Jesús dice en Mateo 25, 35-40: “…porque tuve hambre y ustedes me dieron de
comer; tuve sed y me dieron de beber; estaba de paso y me alojaron; desnudo y
me vistieron; enfermo y me visitaron; preso y me vinieron a ver. Los justos le
responderán: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer; sediento y
te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso y te alojamos; desnudo y te vestimos?
¿Cuándo te vimos enfermo o preso y fuimos a verte? Y el Rey les responderá: Les
aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo
hicieron conmigo.”
¿Cuántas veces nos sentimos enfermos
y no pudimos salir de casa por varios días? Y nos sentimos aburridos, aislados
y hasta un poco solos, simplemente porque teníamos que guardar reposo por
algunos días.
Imaginate que esta situación se
prolongue en el tiempo, que algún problema de salud no nos permita visitar a
nuestros amigos o a nuestros familiares, y que además no podamos desarrollar
nuestras actividades habituales… Qué difícil, no?
Ahora te invitamos a pensar en los
demás, en todos aquellos que pasan sus días internados en un hospital
recuperándose de alguna dolencia; en los abuelos que viven en los geriátricos y
no pueden salir porque ya están muy viejitos y necesitan que los cuiden mucho;
o simplemente en algún familiar o en algún amigo que no la está pasando bien
porque está un poco enfermito… ¿Qué podemos hacer para que estén un poco mejor?
A nosotros se nos ocurrieron algunas
cosas…
a)
Se puede organizar un
grupo de chicos y adultos que vayan a visitar a los niños que están internados en los hospitales de
niños. A lo largo del año, en fechas muy especiales como el Día del Niño,
Navidad, Reyes, estos chicos reciben la visita de distintos grupos de
parroquias y organizaciones que se dedican a esta tarea pero, a menudo, no
tienen en cuenta que ellos pasan internados muchos más días que esas fechas
especiales. Por eso, sería genial, que pudieran armar grupos que se comprometan
a visitarlos una vez por mes, simplemente para ir a charlar un rato, hacer
alguna actividad tranquila, jugar algún juego que esté dentro de las
posibilidades físicas de los chicos internados. ¡¡Qué felices que serían!!
b)
También estaría bueno
pensar en los abuelos… Seguramente en nuestro barrio existen hogares
geriátricos que albergan a muchos ancianos que ya no pueden estar solos y
necesitan de muchos cuidados. Algunos de ellos, muchas veces, no reciben ninguna
visita o algún familiar los va a visitar una vez cada tanto. Qué lindo sería
que pudiéramos ir a visitarlos, llevándoles alguna estampita, rezando junto a
ellos alguna oración, llevar una guitarra para cantar alguna canción, o
simplemente, sentarnos un rato a charlar con ellos y escucharlos; llevarles un
poco de alegría.
c)
Algo más sencillo y que no
requiere tanta preparación, sería visitar a algún amigo o familiar que este
atravesando alguna enfermedad, hacerle compañía y ayudarlo a que todo pase más
rápido…
¡¡¡Vamos!!! ¡¡¡No podemos perder
tiempo!!! Hay muchas personas que necesitan que vos cumplas con tu misión. Hagamos como nuestra mamá del cielo
María cuando visitó a su prima Isabel y hagámosle el regalo de visitar y acompañar a alguien que lo necesite…
Y de esta forma también ayudamos a
Jesús a que todos se sientan abrazados por su Misericordia…
¡¡Manos a la obra!!!
¡¡¡Y no te olvides de marcarla en tu
calendario!!!
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