Ofrecemos un encuentro para realizar con los chicos
de monaguillos o de catequesis, etc.
Esquema de reunión sugerida:
1. Comenzamos con una oración
2. Juego recreativo
3. Trabajamos el encuentro de Monseñor Nguyen
Francisco Van Cardenal Thuan”
4. Cierre con una oración
EL OBISPO
En la revista de Pentecostés vimos de manera
general el origen y función del obispo. Presentamos la historia de un obispo
concreto: Monseñor Nguyen Francisco Van Cardenal Thuan
Nació en una familia numerosa, fue el mayor de 8
hermanos. Desciende de una familia que contaba con numerosos mártires de la fe.
Su madre, todas las noches, le contaba historias
bíblicas y le narraba testimonios de mártires, especialmente de sus
antepasados.
Fue ordenado sacerdote católico en 1953. Luego
estudió en Roma Derecho Canónico. Retornando a Vietnam fue encargado de la
formación de los sacerdotes de su diócesis como rector y profesor del
seminario.
En 1967 fue nombrado obispo de la diócesis de Nha
Trang, en el centro del Vietnam y luego el Papa Paulo VI, en 1975 lo nombró
arzobispo coadjutor de Saigon. A los pocos meses, con la llegada del régimen
comunista al poder de Vietnam, fue arrestado y puesto en una prisión por muchos
años.
Juan Pablo II lo nombró presidente del Pontificio
Consejo Justicia y Paz y posteriormente lo hizo cardenal en el año 2001.
Falleció el 16 de septiembre de 2002.
El Papa Benedicto XVI inició el proceso de
beatificación del Cardenal Van Thuan el 16 de septiembre de 2007.
LA PRISIÓN DEL ARZOBISPO
Durante el tiempo en la cárcel lo que hizo fue:
amar, amar, amar. Las condiciones no eran favorables. Durante algunos meses
estuvo confinado en una celda pequeña, sin ventana, húmeda, que para respirar
pasaba horas con el rostro en un pequeño agujero en el suelo.
Los nueve primeros años fueron terribles: “una
tortura mental, en el vacío absoluto, sin trabajo, caminando dentro de la celda
para no entumecerse”.
El Cardenal Van Thuan buscaba conversar con los
carceleros, que se resistían, pero eran seducidos por su gentileza e
inteligencia. Un día para llamar su atención les comenzó a contar sobre los
países y las diferentes culturas que él había conocido. Eso capturó la atención
y la curiosidad e inmediatamente comenzaron a hacerle preguntas, y el diálogo
se estableció. Llegó hasta enseñarles inglés y francés.
En el comienzo, cada semana los guardias eran
sustituidos, pero inmediatamente las autoridades, para evitar que el ejército
todo fuera "contaminado", dejaron una pareja de carceleros fija.
Los guardia cárceles se espantaban de cómo el
obispo podía llamarlos “amigos”, pero él afirmaba que los amaba porque ese era
el mandato de Jesús.
En la última cena, Jesús vivió el momento
culminante de su vida, se ofreció al Padre como sacrificio por nosotros. Un día
me enviaron una botellita de vino de Misa, con la etiqueta: "medicina
contra el dolor de estómago", y hostias escondidas en una antorcha contra
la humedad. Qué alegría, todos los días recitaba las palabras de la
consagración, con tres gotas de vino y una gota de agua en la palma de la mano,
celebraba la misa.
¡Han sido las misas más hermosas de mi vida! “El
que come mi carne y bebe mi sangre vivirá para siempre” Así me alimenté durante
años con el pan de la vida y el cáliz de la salvación.
En la cárcel no tenía Biblia, entonces recogió
todos los pedacitos de papel que encontró y armó una pequeña agenda y en ella
escribió más de 300 frases del Evangelio; “este Evangelio reconstruido y
reencontrado ha sido mi vademécum diario, mi estuche precioso del cual saco
fuerza y alimento mediante la lectio divina”.
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