¡Jesús, sos nuestra Luz!
Encuentro – Celebración fiesta de la
Misericordia - Sugerencias
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Momento
de presentación:
Podemos comenzar
recibiendo a los chicos y entregarles un corazón para que escriban su nombre y
decorar el lugar con ellos. Tener ambientado el espacio con otros corazones ya
colocados con nombres o fotos de distintas personas: niños, jóvenes, familias,
abuelos, realidades de la comunidad…
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Puede ir sonando la canción: Un corazón como el
tuyo. (www.vicarianiños,org.ar/música/misa
arquidiocesana de niños/disco 10/canción 16) Repartir la letra para
aprenderla y cantarla juntos.
· Cuando estamos todos podemos recibir a Faustina (que traerá una imagen grande de Jesús Misericordioso); la presentamos y le pedimos que nos cuente de manera sencilla y ágil su experiencia de encuentro con Jesús Resucitado. Qué le dijo, qué misión le encargó.
· Puede contar qué significan los rayos y los colores de la imagen.
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Algunos datos para armar la presentación de
Faustina:
Sor María Faustina, nació el 25 de agosto de 1905. Fue la tercera
hija entre diez hermanos en la familia de Mariana y Estanislao, campesinos de
una aldea de Polonia.
Desde muy pequeña se destacó por el amor a la oración, la
laboriosidad, la obediencia y una gran sensibilidad ante la pobreza humana. A
los 9 años recibió la Primera Comunión. La vivió muy profundamente.
Al cumplir 16 años abandonó la casa familiar para, trabajar como
empleada doméstica en casas de familias y así mantenerse a sí misma y ayudar a
los padres.
El 1 de agosto de 1925 entró en la Congregación de las Hermanas de
la Madre de Dios de la Misericordia donde, como sor María Faustina, vivió trece
años. Trabajó en distintas casas de la congregación,
cumpliendo los deberes de cocinera, jardinera y portera.
El Señor Jesús escogió a sor Faustina
por secretaria y apóstol de su misericordia para, a través de ella, transmitir
al mundo su gran mensaje. Le dijo: “Hoy te envío a ti a toda la humanidad
con mi misericordia. No quiero castigar a la humanidad doliente, sino que deseo
sanarla, abrazarla con mi Corazón misericordioso” (Diario 1588).
La misión de sor Faustina consiste en 3 tareas:
– Acercar y proclamar al mundo la
verdad revelada en la Sagrada Escritura sobre el amor misericordioso de Dios a
cada persona.
– Alcanzar la misericordia de Dios para
el mundo entero, y especialmente para los pecadores, por ejemplo a través de la
práctica de las nuevas formas de culto a la Divina Misericordia, presentadas
por el Señor Jesús:
· la imagen de la Divina Misericordia con la inscripción: Jesús, en ti
confío.
· la fiesta de
la Divina Misericordia, el primer domingo después de la Pascua de Resurrección,
la coronilla a la Divina Misericordia.
· la coronilla a
la Divina Misericordia y la oración a la hora de la Misericordia (las tres de
la tarde).
– Inspirar un movimiento apostólico de
la Divina Misericordia que proclame y alcance la misericordia de Dios para el
mundo, formado por personas que se comprometen a cumplir las tareas que el
Señor Jesús transmitió por sor María Faustina.
Pueden
leer más:
https://www.vatican.va/news_services/liturgy/saints/ns_lit_doc_20000430_faustina_sp.html
·
Faustina nos
invita a escuchar y rezar juntos un texto de la Palabra de Dios:
“Después de haberles lavado los pies, Jesús se puso el manto, volvió a
la mesa y les dijo: «¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me
llaman Maestro y Señor; y tienen razón, porque lo soy. Si yo, que soy el Señor
y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies
unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con
ustedes. Les aseguro que el servidor no es más grande que su señor, ni el
enviado más grande que el que lo envía. Ustedes serán felices si, sabiendo
estas cosas, las practican”. Juan 13, 12- 17
O bien:
“Entonces el Rey dirá a los que tenga a su
derecha: "Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que
les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me
dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron;
desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a
ver". Los justos le responderán:
"Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te
dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso,
y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y
fuimos a verte?". Y el Rey les
responderá: "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño
de mis hermanos, lo hicieron conmigo". Mateo 25, 34- 40
·
Conversamos y compartimos:
¿Cómo
podemos nosotros contagiar el amor de Jesús?
¿Cómo podemos hacer el bien?
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El Papa Francisco nos decía en distintas homilías
sobre la Misericordia:
·
[…] Jesús le dijo a santa Faustina: «Yo soy el amor y la misericordia
misma; no existe miseria que pueda medirse con mi misericordia» (Diario, 14 septiembre 1937). En otra
ocasión, la santa le dijo a Jesús, con satisfacción, que le había ofrecido toda
su vida, todo lo que tenía. Pero la respuesta de Jesús la desconcertó: «Hija
mía, no me has ofrecido lo que es realmente tuyo». ¿Qué cosa había retenido
para sí aquella santa religiosa? Jesús le dijo amablemente: «Hija, dame tu miseria» (10 octubre 1937).
También nosotros podemos preguntarnos: “¿Le he entregado mi miseria al Señor?
¿Le he mostrado mis caídas para que me levante?”. ¿O hay algo que todavía me
guardo dentro? Un pecado, un remordimiento del pasado, una herida en mi
interior, un rencor hacia alguien, una idea sobre una persona determinada... El
Señor espera que le presentemos nuestras miserias, para hacernos descubrir su
misericordia.
·
En primer lugar, la misericordia de
Dios da alegría, una
alegría especial, la alegría de sentirnos perdonados gratuitamente.
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No da una paz que quita los problemas del medio,
sino una paz que infunde confianza dentro. No es una paz exterior, sino la paz
del corazón.
·
Todo nace aquí, en la gracia de ser
misericordiados. Aquí comienza el camino cristiano.
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Y preguntémonos: yo, aquí donde vivo, yo
en la familia, yo en el trabajo, en mi comunidad, ¿promuevo la comunión,
soy artífice de reconciliación?
¿Me comprometo a calmar los conflictos, a llevar perdón donde hay odio, paz
donde hay rencor? ¿O yo caigo en el mundo de las habladurías que siempre mata?
Jesús busca que seamos ante el mundo testigos de estas palabras suyas: ¡La paz esté con ustedes! He
recibido la paz, la doy a otro.
·
·
Sólo así anunciaremos el Evangelio de
Dios, que es Evangelio de misericordia.
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Este es el tiempo de la misericordia. Es
el tiempo favorable para curar las heridas, para no cansarnos de buscar a
cuantos esperan ver y tocar con la mano los signos de la cercanía de Dios, para
ofrecer a todos, a todos, el camino del perdón y de la reconciliación […]
Jesús nos dejó la tarea de hacer el bien y servir a los que nos rodean, sin esperar nada a cambio
Momento de juego:
Armamos grupos y distribuimos el material para la
actividad
Cada uno tiene un trozo de cartón con el que tienen
que formar un camino. Por ese camino deberán pasar unas pelotitas de telgopor
que deben tener por afuera las obras de misericordia. Cada equipo debe recoger en una caja la mayor cantidad de
pelotitas evitando que caigan al suelo.
Pueden ser de distintos colores. Así luego podrán
clasificar las obras de misericordia en corporales o espirituales.
Y después todos juntos podemos clasificarlas
Enseñar al que no sabe
Dar buen consejo al que lo necesita
Corregir al que se equivoca
Perdonar al que nos ofende
Consolar al triste
Sufrir con paciencia los defectos del
prójimo
Rezar
a Dios por los vivos y por los difuntos.
Visitar a los enfermos
Dar de comer al hambriento
Dar de beber al sediento
Dar posada al peregrino
Vestir al desnudo
Visitar a los presos
Enterrar a los difuntos
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Momento
de misión
Pensamos
juntos y ponemos en común obras concretas, posibles de realizar con los chicos o acompañados por las
familias, según nuestra realidad en la comunidad.
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Hacemos una oración, le
decimos algo a Jesús: puede ser el deseo de un compromiso para vivir con más
amor, una acción de gracias, un piropo, contarle una necesidad personal o pedir
por alguien….
Podemos cantar un estribillo.
Cerramos con un Padrenuestro o una canción. Compartimos una rica merienda para
terminar el encuentro.
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