¡Qué Alegría! Jesús Resucitó…
Si hay algo que nos identifica
como cristianos es que Jesús resucitó. Dice san Pablo que si Jesús no hubiese
resucitado, nuestra fe no serviría de nada. Es a partir de la resurrección de
Jesús que comienza en el corazón de la Iglesia la inmensa alegría de que Él
está vivo, que ha vencido a la muerte y que está junto a nosotros hasta el fin
del mundo. La alegría cristiana es un regalo del Espíritu Santo. No es
cualquier alegría. Hay alegrías pequeñas, medianas y grandes. Hay alegrías
transitorias y definitivas. La alegría cristiana está íntimamente unida a
nuestra experiencia personal con Jesús. Basta ver el rostro de aquellos que
aman y sirven como lo hizo Jesús para darnos cuenta de esa experiencia
personal. ¿Cuánto vale esta alegría? No tiene precio, mejor dicho sí tiene un
precio: olvidarse un poco de sí mismo y entregarse con amor a los demás. Las
personas que no se miran todo el día, que no andan preguntando a los demás cómo
los ven, están mejores preparadas para recibir el don de la alegría.
Hay un libro muy bonito que se
llama: “La ciudad de la alegría”, donde se narra la experiencia de la Beata
Teresa de Calcuta y de las Hermanas de la Caridad en esa ciudad tan lastimada
por la pobreza y la miseria de miles de personas. La alegría en el rostro de
esas Hermanas transformó el sufrimiento de los más pobres entre los pobres: esa
alegría les devolvió la esperanza.
Al acercarnos a la Semana Santa
pensemos si no será una buena oportunidad para pedirle al Señor la gracia de la
alegría. En la Semana Santa recordamos la pascua de Jesús, y la Iglesia nos
invita, todos los años, a que revivamos esa semana de nuestra salvación: Jesús
murió y resucitó por nosotros. Pero también la Iglesia nos invita a ir haciendo
nuestra propia pascua, necesitamos morir un poco cada día para dar lugar a la
Vida plena que nos trae la Resurrección. Y Jesús resucitado nos trae la alegría
definitiva, la que pasó por las lágrimas
de Getsemaní, la Cruz del Calvario, y que ahora brilla para siempre en su
rostro glorioso.
El Papa Francisco nos invita a
vivir este momento de la Iglesia con una renovada alegría misionera, es decir
la alegría de aquellos que se animan a salir. Una Iglesia en clave misionera es
una Iglesia que lleva la Buena Noticia de Jesús. Y no podemos contagiar el
Evangelio si lo hacemos de un modo rutinario, aburrido, desganado. No vamos a
convencer a nadie con nuestras fórmulas y cuadernitos bien sabidos. Dirigentes
convencidos que sólo se puede misionar si Jesús está vivo en medio de nosotros,
como Él lo prometió. Dirigentes de niños y de jóvenes que se esfuerzan en su
oración diaria meditando y contemplando en la Biblia a ese buen Dios que nos
salva. Dirigentes expertos en humanidad y en sencillez. Dirigentes convencidos
de lo que enseñan y que lo hacen con la autoridad de sus buenas obras.
Dirigentes que son dóciles a sus pastores y comprometidos en su Comunidad.
Necesitamos dirigentes que vivan y se esfuercen por vivir al estilo de Jesús.
Que el contenido de este primer
subsidio de la Vicaría de Niños del año 2015 nos ayude a vivir la alegría del
Evangelio, que no es otra que la alegría de Jesús resucitado. Esperamos que
entre todos nos vayamos contagiando la alegría de Jesús, como lo intentamos
hacer el año pasado y que no puede quedar sólo en un lema: la alegría es el
sello de aquellos que deseamos seguir y servir a Jesús en la Iglesia. Pidamos
entonces al Espíritu Santo el don de la alegría cristiana.
¡Feliz Pascua de Resurrección!
S.E.R
Mons. Ernesto Giobando s.j
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