Encuentro
2
María
nos enseña a ser hermanos
Objetivo para
nuestro encuentro:
Pedirle a María
que nos ayude a vivir como hermanos
Motivación:
Volvemos a posicionarnos frente a la Virgen María para
poder contemplarla.
Desarrollo:
Luego de ese ratito con la mirada puesta en María,
avanzaremos sobre lo que la imagen nos despierta.
Nos preguntamos?
¿Qué
vemos, qué nos llama la atención, qué significa tal o cual cosa? Las preguntas se desprenderán de la advocación elegida.
Iremos tomando todas las respuestas.
Luego nos enfocaremos en contemplar las manos de María.
¿Cómo
están en la imagen, extendidas, unidas en oración, cerquita del pecho como las
lleva la Virgencita de Luján, cargando con Jesús Niño, lleva Rosario, Escapulario,
o algún otro elemento?
Las
manos de María, sin duda son las manos más santas, suaves y tiernas que hemos
de conocer.
Manos
que habrán amasado con delicadeza el pan todos los días, que habrán pelado las
papas para un rico guiso, manos que cargaban vasijas con las que se recogía el
agua del pozo.
Manos
que cocían la ropa rasgada, rota de los hombres de la casa, de Jesús seguro por
haber estado jugando con sus amigos, quizás trepándose a algún árbol y de José,
seguro por haberse enganchado con algo en la carpintería.
Manos
que lavaban la ropa en el agua fría de lavandero de Nazaret, o que al ritmo de
alguna suave melodía limpiaban el polvo de la casa.
Manos
que ayudaban a cargar trozos de madera, quizás cansadas, pero siempre
dispuestas al esfuerzo.
Manos
especialistas en recoger la cosecha, en descubrir las uvas maduras. Como también,
en juntar simples juguetes de madera.
Manos dispuestas
a pedir la bendición de la comida, y a dar gracias.
Manos de
caricias tiernas y abrazos cálidos, aun en las más frías noches de inverno.
Esas manos llenas de ternura siguen ahora dispuestas
desde el Cielo a consolar a los tristes y afligidos, a acariciar a los que se
sientan preocupados o angustiados, a ayudar en la limpieza de la suciedad de
corazones humanos, manos capaces de recibir a los marginados, excluidos, a los
que los dejan de lado, a los no queridos, manos siempre dispuestas y entregadas
a rogar por los enfermos. Manos juntas en alabanza y oración constante. Manos
generosas, y desprendidas, capaces de darlo todo y siempre tendidas y abiertas
esperando el abrazo de nosotros sus hijos
¡Qué lindas las manos de María!
Dejémonos acariciar por ellas.
¿Y nuestras manos? ¿Cómo son y/ o
están nuestras manos?
Hagamos este ejercicio, abramos nuestras manos y volquémoslas
con las palmas hacia arriba, contemplémoslas unos instantes…y pensemos…
¿Cómo se sentirán nuestras manos siendo parte de
nosotros? Si pudieran hablar ¿qué dirían? Ahora mirándolas, reflexionemos un poquito
sobre nuestras manos.
¿Colaboran
en casa, ayudan al que necesita, toman de la mano a otras manos o dejan de lado
a alguna, reparten amor, transmiten alegría, comparten y parten o se quedan con
cosas, buscan unirse a otras manos, hacen mucha fuerza como tirando de una
cuerda para el mismo lado que tirarían mis amigos y hermanos o buscan romper
algo o dividirlo, se juntan o se elevan para rezar, son capaces de extenderse
para ayudar al que está caído? …
La devoción a María no consiste en
contemplarla simplemente como si estuviéramos mirando un cuadro en un museo,
sino se trata de imitarla, de reproducir su imagen en nuestro corazón y en
nuestra vida.
Actividad:
Las manos representan el hacer, son
instrumentos de acción. Las
manos nos permiten transformar y
crear. Cómo podemos expresar a través de
nuestras manos que somos hermanos.
¿Lo compartimos?
Ofrecemos nuestras manos como
símbolo de querer vivir como hermanos
Dibujaremos
nuestra mano sobre una hoja o cartulina, la recortamos por su contorno.
La
pintamos o decoramos. Podremos escribir dentro frases sobre la unidad y el ser
verdaderos hermanos. Le colocamos un palito y un par de pétalos para convertirla
en una flor. Se las ofrecemos como regalo a María ¡Podemos llevarlas a la Pere!
¿Y si hacemos unas gigantes para llevar
a la Pere?
Compromiso:
Tender
siempre una mano, tomarnos de las manos como verdaderos hermanos.
Oración:
Tomados de la mano, rezamos el Padrenuestro.
Con las manos juntas, muy cerquita del
corazón, rezamos un Ave María.
Moviéndolas con alegría, y aplaudiendo, cantamos
una linda canción a María.
Y también como gesto entre hermanos, nos
abrazamos.
¿Sabías qué?
Contemplar es
mirar algo con atención y sin prisa.
Mirar una cosa
tranquila y atentamente.
Contemplar a María
va un poquito más allá de simplemente mirarla, o mejor dicho es mirarla sí,
pero con los ojos del corazón. Mirarla desde el corazón, lo que quiere decir
mirarla con particular devoción, con respeto, amor y admiración para quien es
la Mamá de Jesús y nuestra Mamá.
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