Te ofrecemos estas cuatro
oraciones para rezar en nuestros colegios, tomado como eje la alegría que Jesús
nos regala y que nos pueden servir para acompañar esta semana tan especial.
Viernes (previo al Domingo de Ramos): ¡Qué
alegría! Jesús es nuestro Rey
Esta oración podemos
realizarla al momento de la despedida del día escolar. Entonces también podemos
tener preparados una buena cantidad de ramos de olivo para entregar a los
chicos e invitarlos a compartir con sus familias la misa del domingo de ramos
en sus comunidades.
Leemos en el evangelio que
escribió San Juan :
Al día siguiente, la gran multitud que había venido
para la fiesta, se enteró de que Jesús se dirigía a Jerusalén. Y,
tomando hojas de palmera, salieron a su encuentro y lo aclamaban diciendo: «¡Hosana! ¡Bendito el que viene en nombre
del Señor, el rey de Israel!»
Celebrar
el domingo de ramos nos presenta a nosotros dos desafíos. El primero, es dejar
que nuestro corazón se llene de alegría, porque el que viene, al que recibimos
muy contentos, es el Señor que nos viene
a traer la salvación. El otro desafío, es que ahora tenemos que ser testigos de
esta alegría, porque la tenemos que contagiar y le tenemos que decir a todos que
Jesús está entre nosotros para renovar la alegría de nuestro corazón y llenar
de esperanza nuestra vida.
Recemos
juntos.
Jesús,
Rey y Señor nuestro
una
vez, este año
te
abrimos nuestra vida
y
nuestro corazón.
LLenanos
de alegría y esperanza
para
que podamos vivir esta semana
dispuestos
a resucitar con vos.
Amén.
(Para
terminar podemos cantar alguna canción de domingo de ramos que encontraremos en
la página de la vicaría)
Lunes santo: ¡Qué alegría! ¡Jesús nos
comparte su pan!
Leemos en el evangelio que
escribió San Marcos:
Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la
bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Tomen, esto es mi
Cuerpo». Después tomó una copa,
dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. Y les dijo: «Esta es mi Sangre, la
Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos. Les aseguro que no beberé más
del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de
Dios».
¿No es
lindo que nos inviten a una fiesta? Es lindísimo. Empezamos a pensar que nos
ponemos, que regalamos, queremos que llegue el día. Jesús nos comparte su pan y
esta es nuestra gran fiesta. Nuestra vida se llena de alegría porque el mismo
Señor nos comparte su amor para que podamos ser felices. La fiesta de Jesús es
la fiesta de la alegría, de la felicidad.
Vamos
a rezar juntos y a pedirle a Jesús que nos dé siempre de este pan, que nos da
vida, que nos llena de alegría y que nos hace muy felices.
Terminamos
nuestra oración cantando.
Martes Santo: ¡Qué alegría!
Jesús nos llama amigos
Leemos
en el evangelio escrito por San Juan:
“Este es mi mandamiento: Ámense los
unos a los otros, como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida
por los amigos. Ustedes son mis amigos.”
Ayer
hablábamos de la fiesta y la alegría que nos da sabernos invitados. Hoy, Jesús
nos asegura que siempre vamos a estar invitados a su fiesta, porque somos sus
amigos. Claro, nos pone una condición, como una prueba para asegurarnos la
entrada: Ser capaces de amarnos como Él nos ama. Hagamos esto: cerremos los
ojos, pensemos en aquellos que queremos mucho… Pensemos ahora en aquellos que
tendríamos que querer más… Pidamos juntos, con la oración que Jesús nos enseñó
que podamos vivir siempre la alegría de regala su amistad.
Miércoles Santo: ¡Qué alegría! Jesús
resucitó!
Dice
San Juan en su evangelio:
“Al atardecer de ese mismo día, el primero de la
semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los
discípulos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: «¡La paz esté
con ustedes!». Mientras decía esto,
les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando
vieron al Señor. Jesús les dijo
de nuevo: «¡La paz esté con ustedes!”
¡Qué
alegría! Jesús resucitó. Con esta frase, vamos a disponernos a vivir este
camino que nos regalan estos días de la semana santa. Este lema ya nos dice
cómo va a ser el final. Jesús se hace presente resucitado. El llena con su
esperanza nuestra vida. Pero para acercarnos a la alegría de su resurrección,
necesitamos antes animarnos a recorrer el camino que nos trae hasta aquí.
Entonces, estos días de la semana santa, le pedimos a María que nos tome de la
mano y como una mamá que siempre guía a sus hijos, queremos que nos ayude a
celebrar la alegría del pan que Jesús nos regala, la amistad que nos comparte y
el servicio que nos confía. Queremos que nos ayude a transitar sin miedo el
camino de la cruz, porque nos llena de esperanza saber que Jesús nos regala un
final feliz y todos juntos podemos gritar al mundo: ¡Qué alegría! Jesús
resucitó.
Dios
te salve María…
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