jueves, 7 de marzo de 2019

Itinerario 2019 Fechas a tener en cuenta

·2 de marzo – ENDIJO  Encuentro de Dirigentes de Niños y Jóvenes. (Pquia. Santa Julia de 9 a 16 hs.)
·Abril - Fiesta Barrial de Pascua por Parroquia
·27 de abril – Fiesta de la Misericordia
·8 de Junio - Fiesta de Pentecostés por Decanato
·24 de agosto 14hs- Peregrinación Mariana infantil por Vicaría Zonal
·3ra semana de Septiembre - Día de los abuelos (junto con Pastoral de adultos mayores)
·19 de octubre 15hs- Misa Arquidiocesana de niños
·Diciembre - Misión y Fiesta de Navidad por Parroquia
·Cursos, talleres y charlas para animadores y dirigentes de niños – a confirmar

Jesús, pasá y bendecinos


Ya cercanos a la Semana Santa le pedimos a Jesús que pase por nuestras vidas y nos bendiga. Así lo hizo cuando entró en Jerusalén y la multitud lo aclamaba diciendo: “¡Hosana, bendito el que viene en el nombre del Señor!”. Los niños se subían a los árboles de olivo y cortaban gajitos para saludar al Señor. Y con las hojas de las palmeras y los mantos los ponían a sus pies, y Jesús arriba de un burrito dejaba que hicieran semejante fiesta y alboroto. Toda la ciudad se conmovió, y no era para menos. Los judíos esperaban al Mesías enviado por Dios, ese era el tiempo en que Dios visitaba a su Pueblo. Pero sabemos que a los pocos días esa multitud se iba a poner en contra de Jesús. Los que hoy te aplauden, mañana te condenan, es así la condición humana. Y Jesús entró en Jerusalén para morir y resucitar, lo sabía, lo presentía, y se dejó conducir por su Padre Dios. El perdón de los pecados no iba a ser fácil ni gratuito, le iba a costar su Sangre.
Cada paso del Señor en esta Semana Santa es un paso de salvación. Se reúne con sus amigos en el lugar que habían preparado para festejar la Pascua de los judíos. Allí un apóstol lo traiciona, Pedro le juró que no lo iba a negar, y al final lo hizo. En el Cenáculo Jesús lavo los pies a sus amigos, instituyo la Eucaristía, les dejó y nos dejó el mandamiento del amor para ponerlo en práctica. Pasó la noche en oración en el Monte de los Olivos, después lo pusieron preso, vendido por veinte monedas de plata. Fue condenado a muerte, Pilatos se lavó las manos, la multitud pedía que lo crucificaran, cargó con la cruz camino al Calvario, el Cireneo lo ayuda con semejante peso, muere con otros dos condenados, y Él era inocente. Lo ponen en un sepulcro, su Madre lo acompaña en todo momento con otras mujeres y tienen un dolor inmenso. Y en el sepulcro permaneció tres días y finalmente: ¡RESUCITÓ! Sí, está vivo y siempre estará con nosotros hasta el fin del mundo.
Por eso le pedimos a Jesús que también hoy pase y nos bendiga. Que sintamos en nuestras comunidades y familias su presencia salvadora. Ojalá que la Semana Santa sea vivida como debe ser vivida por los cristianos. Que nuestros niñas y niños sientan el inmenso amor de Jesús. Que lleven sus ramitos de olivo el domingo de Ramos, ese ramito significa que Jesús es nuestro Rey, nuestro Dios Salvador. Ese ramito bendecido que llevamos a nuestros hogares y nos acompañará todo el año, puesto en una cruz o detrás de un cuadrito de la Virgen.
El material que presentamos en este número de la Revista es para “bajarlo” a la realidad de nuestros chicos. Ojalá sea de ayuda y provecho, hay mucho esfuerzo y dedicación, hay muchas personas detrás que desean que a nuestros niños y niñas no les falte el Pan de la Palabra.
Les deseamos, queridos lectores, una feliz Semana Santa y una fecunda Pascua de Resurrección. La Vicaría de Niños está al servicio de ustedes. Muchas gracias. 

S.E.R Mons. Ernesto Giobando s.j

Cuaresma: Un camino hacia la Pascua


Objetivo:
40 días para caminar juntos hacia la Pascua, en alegría y esperanza, preparando nuestro corazón para la gran fiesta de la Resurrección de Jesús, para que Jesús pase por nuestras vidas, por nuestros corazones y nos bendiga.

Desarrollo:
Trazaremos una hoja de ruta que indique nuestro camino.

Llevaremos nuestra brújula Biblia para que nos indique el camino.
Señalaremos las paradas con indicadores.

Cada parada podrá tomar un encuentro o podremos hacer dos en uno mismo. Lo manejaremos según el tiempo previo que dispongamos.

¡Buen recorrido para todos y no olvidemos: vivir este tiempo con alegría y gozo, Sabiendo que algo bueno está por venir!

Primer parada: Oración
Detenernos en la oración. ¿Pero qué es rezar? ¿Por qué es necesario rezar?
Rezamos para crecer en nuestra amistad con Dios y pedirle que nos oriente en nuestro caminar.
En nuestra oración, también damos gracias a Dios por los regalos recibidos y rezamos por los demás, familiares, amigos, vecinos, sobre todo por los que menos tienen y por los más necesitados.
Durante la Cuaresma, podemos hacer un esfuercito especial de rezar todos los días, si es que no lo hacemos.
Porque la cuaresma es un tiempo de oración, es un tiempo para contemplar, agradecer, amar y dejarse iluminar por la Palabra de Dios.

Y para orientarnos y dejarnos iluminar por ella buscaremos nuestra Biblia brújula, para escuchar del Evangelio según San Mateo en su capítulo 14, versículo 23.

“Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo”.

Es palabra del Señor,
Gloria a Ti Señor Jesús.

Jesús subió a una montaña y se quedó allí, rezando.
¿Con quién hablaba? ¿Qué creen que le diría?
Lo pensamos en silencio y lo compartimos.

Como Jesús vamos a tomarnos un tiempo para hablar con Dios Padre, para contarle de nuestras cosas. Eso quedará para nosotros, será un momento personal y muy íntimo, por ello buscaremos el lugar especial. Separándonos unos de otros. Si podemos ir al Templo sería lo ideal! Sino buscaremos el lugar más amplio que tengamos para que cada uno encuentre allí un lugarcito.
Luego de este momento nos reuniremos todos juntos nuevamente para rezar con la misma oración que Jesús nos enseñó, el Padre nuestro


Segunda parada: Ayuno

La segunda parada dentro del camino de Cuaresma es el ayuno.
El ayuno significa que renunciamos a algo con el fin de crear más espacio para lo que es realmente importante en nuestra relación con Dios y con nuestros hermanos.
La decisión de vivir sin algo que nos gusta nos recuerda que todo lo que tenemos es regalo de Dios.
A veces buscamos llenarnos de cosas y olvidamos que el verdadero tesoro es Dios y nuestra riqueza está en tenerlo a Él  y a nuestros hermanos. Llenar nuestro corazón de cosas materiales que muchas veces no necesitamos nos impide llenarnos de cosas espirituales.

Busquemos nuestra Biblia Brújula y escuchemos con atención lo que nos dice el evangelio de Mateo 6, 19-21

“No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los roban. Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben. Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón”.
Es palabra del Señor,
Gloria a Ti Señor Jesús.

Pensemos sobre las cosas materiales que nos gustan, seguro dirán la play, la compu, el celu. ¿Para qué o por qué son buenas esas cosas y otras?
¿Lo compartimos?
¿Las cosas materiales, pensemos otras… son necesarias? ¿Por qué?
Es verdad que necesitamos cosas materiales como el alimento, la ropa, una casa, los útiles para ir al cole, las zapatillas… pero qué pasa si solo nos preocupamos por llenarnos de esa cosas?
Y peor aún si tenemos cosas y no las compartimos?
Jesús nos habla de tesoros en el cielo. ¿A qué se refiere?
¿Cuáles serán?
¿Se animan a compartirlos?
Amor, familia, amigos… ¿qué otras cosas pueden ser nuestros verdaderos tesoros?
¿Qué les parece si llenamos nuestro corazón de tesoros verdaderos?!
Los pensamos y los escribimos dentro del corazón, que realizaremos previamente, lo guardaremos luego en un lugar especial para cada vez que necesitemos recordarlos.
Con ellos haremos una oración de tres momentos:
Querido Jesús queremos pedirte perdón por no reconocer todas las cosas lindas que tenemos.
Te damos gracias por tantos dones recibidos.
Y te pedimos que nos ayudes a poder cuidar y reconocer nuestros verdaderos tesoros.
Todos juntos decimos: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Amén.


Tercer parada. Limosna

La tercera parada de nuestro camino de Cuaresma es la limosna.
Cuando damos y compartimos con los demás, con los que menos tienen, estamos como Jesús sirviendo a los demás, poniendo al servicio de nuestro prójimo los dones que hemos recibido gratuitamente.
Escuchemos lo que Jesús nos enseña respecto de la limosna en Marcos 12, 41-44
“Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia. Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre. Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo: «Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir”.
Es palabra del Señor,
Gloria a Ti Señor Jesús.

¿Saben qué es una viuda? Una viuda es una señora que ha perdido su esposo.
En tiempos de Jesús las viudas pasaban muchas necesidades, no tenían quien las mantuviera y tampoco podían trabajar, ya que no era costumbre de la época que la mujer trabajara fuera de la casa. Lo cual hacía muy difícil que pudieran solventarse económicamente, muchas veces no tenían para comer ni para vestirse y tampoco vivienda.
Pensemos o volvamos al texto Bíblico.
Imaginemos la escena.
¿Dónde transcurre?
¿Qué personajes aparecen?
¿Qué actitudes presentan?
¿Por qué Jesús pone como ejemplo la actitud de la viuda?
¿Qué nos enseña este Evangelio?
¿Se animan a compartirlo?

Ahora vamos a tomarnos un ratito de silencio para pensar en lo que nosotros damos.
¿Damos lo que nos sobra? ¿Compartimos lo que tenemos, aunque nos cueste? ¿Ayudamos al que necesita?  ¿Nos animamos a dar un poquito más?

Seguimos en silencio guardando las respuestas en nuestro corazón.

Ya todos juntos le pedimos a Jesús que nos ayude a poder estar siempre atentos a lo que necesita nuestro prójimo; y no siempre son cosas materiales, quizás basta con un abrazo, con un “te ayudo”, con no dejarlo solo, con escucharlo, con preguntarle cómo se siente o si necesita que lo acompañemos en algo.
Le pedimos a la Virgencita María, ella que fue y es tan generosa, que nos ayude a dar y darnos!
Rezamos un Ave María

Y todos juntos decimos
¡Jesús, pasá y bendecinos!