Nos estamos preparando para salir a nuestras calles
de la Arquidiócesis en la ya conocida Peregrinación Mariana Infantil. Sí, los
chicos salen a nuestras calles y con su alegría y ganas de pasarla bien, junto
a otros niños y niñas de tantas parroquias nos comprometemos una vez más: ¡Todos
con María, llevamos a Jesús!
Una cosa es salir a caminar, otra cosa es PEREGRINAR. ¿Saben cuál es la
diferencia? Los peregrinos tienen una meta, un fin, un punto de llegada. Los
que pasean pueden ir de un lado a otro, es como pasear las mascotas, hoy vamos
para allá, mañana por acá. Peregrinar es
una cuestión más del alma que del cuerpo, es una llamada más de lo interior. No
importa por qué calles vamos, ni por cuantos shopping pasamos, no nos detenemos
en las vidrieras, la verdad que estamos ese día para otra cosa.
Y el que peregrina no lo hace solo, peregrinamos
con otros, en grupo, en comunidad. Peregrinamos como Iglesia de Buenos Aires,
peregrinamos con nuestros catequistas, seminaristas, religiosas y sacerdotes.
Nuestros niños salen a las calles y dicen con su presencia y caminar: ¡Todos con María, llevamos a Jesús!
Sabemos que nuestro Padre Dios camina con nosotros,
sentimos su presencia en tantas maravillas de la creación, en tantas personas
buenas que hacen el bien a los demás y sin cobrar un peso. Y Dios tanto nos
quiere, que nos envió a su Hijo para que caminase con nosotros, mejor dicho
para que peregrinara en este mundo. Y antes de su Encarnación, eligió a su
Mamá. Esa muchachita humilde de Palestina, comprometida con José, esa
virgencita sencilla y de gran corazón, ella es la Madre del Salvador. María
lleva en su vientre purísimo a Jesús, lo lleva con amor de madre y con amor de
creyente, porque le creyó al Ángel, le creyó a Dios.
Y lo primero que hizo María cuando concibe a su
Hijo, es ir a visitar a su prima Isabel, en las montañas de Judá. Y allí María
comienza a peregrinar, llevando a Jesús. Sabemos que cuando se encuentran, el
niño que llevaba Isabel en su vientre saltó de alegría al reconocer que en la
pancita de María estaba el mismo Jesús.
Nosotros también tenemos que saltar de alegría, no
porque gana mi equipo de fútbol favorito, esas son alegrías pasajeras. Tenemos
que saltar de alegría porque ¡Todos con
María, llevamos a Jesús!
Llevar a Jesús es la misión de los cristianos,
llevarlo en nuestro corazón, pero también hacerlo conocer a quienes no lo
conocen. Muchos dicen que creen en Dios pero no conocen a Jesús. Nos acordamos
que nació en Navidad y que murió en Semana Santa. Pero Jesús vive, resucitado,
por eso cada domingo es Pascua, es Día del Señor. Y si Jesús vive tenemos que
tener vida en abundancia. Lamentablemente para muchos la vida no vale nada, hay
tantas muertes violentas, tanta guerra, tantas armas, tanta pobreza. Pero los
que llevamos a Jesús tenemos que anunciar: ¡Jesús vive! Y no está perdida la
esperanza, aunque tengamos que sufrir. Jesús venció a la muerte, aunque
tengamos que morir para resucitar.
Caminemos entonces, caminemos peregrinando, y
peregrinando anunciemos a Jesús. Hagámoslo como María, con alegría, con
humildad, con valentía, con generosidad. No son palabras de relleno, pensemos
un poquito su significado y compartamos estos meses previos de preparación. No
salgamos en agosto a “dar una vuelta” con los chicos de la parroquia. Salgamos
a peregrinar nuestras calles y misionemos, porque de misión se trata la vida
del cristiano, por eso digamos una y cien veces: ¡Todos con María, llevamos a Jesús!
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