La Cuaresma dura
40 días; comienza el Miércoles de Ceniza y termina antes de la Misa de la Cena
del Señor del Jueves Santo. El color litúrgico de este tiempo es el morado.
En Cuaresma recordamos los cuarenta años que el pueblo de
Israel pasó en el desierto mientras caminaba hacia la tierra prometida, fue
para los israelitas una gran travesía por el desierto. Imagínense caminar por
40 años, seguro se habrán cansado mucho, habrán sentido hambre y sed, pero
gracias a Dios, al fin después de todo ese tiempo, pudieron encontrar una
tierra maravillosa, llena de miel y frutos; lo que para el pueblo era súper
importante.
También recordamos los cuarenta días
que Jesús pasó en el desierto antes de comenzar su vida pública.
La Cuaresma es el tiempo en que nos
preparamos para la Pascua. Fiesta, en donde celebramos el paso de la muerte a
la vida, de la tristeza a la alegría, la gran fiesta de la Resurrección.
Pero ¿cómo podemos prepararnos?
Escuchando la
Palabra de Dios, rezando, compartiendo con el prójimo y haciendo obras buenas.
Este es el tiempo
para vivir una serie de actitudes que nos ayudan a parecernos más a Jesús, y a
estar más cerquita de Dios.
Lo primero que tenemos que hacer es darle un miradita a
nuestro corazón.
Mirada al corazón.
¿Cómo está mi corazón?
Sería bueno poder tomarnos un ratito para examinar nuestro
corazón.
Para ello necesitaremos de mucho silencio y de una mirada
interior, que se logra concentrándonos en nosotros mismos, estando un ratito a
solas y como haciéndonos un bicho bolita, meternos muy para adentro y repasar
qué cosas nos alejan de Dios, y no nos dejan ser buenos amigos de Jesús y de
los demás. Sí nos ayuda podemos tomar nota de eso.
PREPARAMOS EL
CORAZÓN
¿QUÉ QUIERO QUE DIOS RENUEVE EN MI CORAZÓN?
¿QUÉ QUIERO CAMBIAR DE MI CORAZÓN? ¿QUÉ
QUIERO SACAR DE MI CORAZÓN?
“Un diálogo de corazón a corazón”
Una vez que fijamos la mirada en nuestro corazón qué les
parece si todo lo que de ahí surja lo hablamos con Dios, de amigo a amigo, siendo
bien sinceros, pudiendo decir toda la verdad, porque a Dios no podemos
engañarlo y además porque decir la verdad nos ayuda a sentirnos más tranquilos.
Hablar con Dios es hacer oración.
Será una buena oportunidad entonces,
para pedirle a Dios que nos ayude a convertir, a cambiar nuestro corazón.
A cambiar algo de nosotros para ser mejores y
poder vivir así más cerquita de Jesús y de nuestros hermanos.
Hay una canción que puede ayudarnos…podemos escucharla y
también leer su letra.
JESÚS DANOS TU CORAZÓN
Jesús te quiero pedir
que me cambies el
corazón
que lo hagas como el tuyo
para que ame como Vos.
Si esta triste…
que sonría con tu amor.
Si está enfermo, un poco enfermo
que se cure con tu amor.
Si está chico…
que se agrande con tu amor,
y si está muy enojado
que se amigue con tu amor.
Si está oscuro, muy oscuro,
que se encienda con tu amor
Y si se quedó dormido
despertalo con tu amor.
Y si está un poco cansado,
que se anime con tu amor,
y sí está muy egoísta
que se entregue como Vos.
Gómez /Pisano
Tiempo de perdón
y de reconciliación.
Ahora que ya sabemos cómo
esta nuestro corazón y lo hemos hablado con Dios será la Cuaresma una buena
oportunidad, no sólo para sacar de nuestros corazones las actitudes que no nos
dejan vivir en el amor, como el odio, el rencor, la envidia, los celos, y
muchas otras, sino también para pedir perdón por ellas y comprometernos a
tratar de no hacerlas más.
(Se propone
el Sacramento de la Reconciliación. Si el grupo no estuviera aún preparado, se
podrá hacer una celebración en el templo lo más cerquita posible del Sagrario)
Tiempo de compartir con los demás.
La Cuaresma es el tiempo ideal para
compartir nuestros sus bienes o sea nuestras cosas con los demás, sobre todo
con los más necesitados.
Y
todos necesitamos algo…algunos más, otros menos, algunos una cosa y otros otra. Pero… ¿Qué
tengo yo para dar?
Esa sería una
buena pregunta para hacernos. Otras preguntas podrían ser: ¿Quiénes necesitan
de mi ayuda? ¿Cómo puedo ayudarlos? No hay que irse muy lejos para ayudar, solo
estar atentos a las necesidades de nuestros amigos y de nuestra comunidad. Podríamos repasar las obras de
Misericordia. Una vez que tengamos las respuestas habrá que poner manos a
la obra. Y así, poder ser como Jesús dice de sus discípulos, “sal de la tierra
y luz del mundo”.
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