ENCUENTROS PARA LAS
FAMILIAS
¿Cuál es la idea?
Generar un
espacio para abrir nuestro corazón a la invitación que nos hace Papá Dios a
través de nuestros hijos, que inician su caminito espiritual. A nosotros
adultos nos invita a acompañar este recorrido de nuestros niños y muy especialmente
a seguir madurando nuestra fe, charlándola, compartiéndola, iluminándola con la
Palabra, que es Jesús, su Hijo.
Motivación
Para
los que vivimos en una ciudad, un paisaje como el que muestra esta imagen puede
resultar casi cotidiano. Miremos con atención.
Altarcito: mantelito o aguayo, cruz,
imagen, luz, evangelio, mate, pan.
¿Qué
sentimientos nos produce? ¿Por qué?
¿Nos
pasa esto? ¿Cuándo?
A
veces, nos ocupa, nos distrae o nos aliena tanto el enjambre urbano que puede
pasarnos algo así. Andamos por la vida corriendo sin saber bien a dónde vamos,
incluso pensando que sabemos. Muchas veces no terminamos de encontrar el
sentido a tantas cosas que hacemos. Algo no nos cierra y buscamos algo más, que
le dé sentido y dirección a nuestra vida.
Con
ocasión de la celebración de la Pascua, escuchamos, leímos, tal vez vimos en
algunos afiches también en la ciudad en que vivimos, que Jesús resucitó. Él vive!
¿Cómo
es esto para nosotros hoy? ¿Creo de verdad que Jesús vive? ¿Dónde? ¿En quién?
¿Dónde
veo a Jesús? (Podemos ofrecer imágenes
de rostros, manos, abrazo, mesa tendida, mate o lo que dispongamos a modo de
fotopalabra que ayude a respondernos)
Reconocer
y encontrar a Jesús, o empezar a buscarlo o seguir buscándolo cuando creemos
que ya lo conocemos, es una inmensa gracia. Y lo reconocemos porque Él quiere
manifestarse. Es Él quien sale a encontrarnos y a invitarnos a más. Como hizo
con sus discípulos.
Iluminación: Aparición junto al mar de Tiberíades.
(Jn
21, 1-17)
¿Qué cuenta el
relato?
¿Dónde sucedió?
¿Quiénes estaban
allí? ¿Cómo se sentían?
Los apóstoles probablemente se sentían algo
decepcionados. Ya habían estado con Jesús resucitado, sin embargo, todo parecía
seguir más o menos igual. Estarían aburridos y entonces decidieron hacer lo que
sabían hacer: trabajar, pescar.
¿En qué quedaba el
llamado de Jesús a ser pescadores de hombres?
¿Qué momento del día
era? ¿Qué significa la noche? (La noche
del corazón: desilusión, preocupación, tristeza)
¿Y el amanecer? (el nacimiento de
la esperanza, la posibilidad de un nuevo rumbo, la confianza)
¿Qué había estado
haciendo Jesús mientras tanto?
Acompañándolos
en silencio, oculto, dejándolos que desahoguen la rabia de la rutina o del fracaso.
Preparándoles el fuego (¿acaso también en el corazón?)
Reflexión
¿Qué sucedió cuando
parecía que estaba todo perdido?
Jesús
los sorprendió. Como a cada uno a quien se manifestó ya resucitado. Pero así es
Dios. No está en lo espectacular. Más bien se expresa en signos pobres,
cotidianos, donde no lo hubiésemos esperado.
Jesús
se dejó encontrar. Los sacudió. Les hizo ver que solos no podían. Los volvió a
entusiasmar, a apasionar.
¿Cómo reaccionaron?
¿Qué hizo cada uno?
Juan,
tal vez más espiritual, más contemplativo, lo reconoció. Pedro, más arrebatado,
más impulsivo, se tiró al agua llevado por la alegría, sin pensar! Fueron
necesarias las reacciones de ambos.
Muchas veces, Jesús se vale de una circunstancia, de la palabra de uno,
del gesto de otro para que nos sea más fácil reconocerlo.
Y Jesús, ¿qué hizo? Él volvió a darles el pan.
Volvió a hablarle de amor a Pedro. Volvió a dejarle el corazón al desnudo.
(“Señor, tú lo sabes todo”) Lo comprometió para siempre.
¡Cuántas vidas han
pasado por nuestra ciudad en tantos años comprometiendo a otros para el bien,
manteniendo viva la esperanza! ¿Podemos traer rostros y nombres a nuestro
corazón?
¿Quién prepara el
fueguito para mí y me espera? ¿Quién es mi reposo? ¿Quién renueva mi
entusiasmo?
¿Quién necesita que
yo le prepare un fueguito y lo/la espere?
Propósito
En
un papelito podemos escribir nuestra respuesta a las dos últimas preguntas con
el propósito de agradecer por quienes preparan y nos esperan con el fueguito; y
comprometernos a avivar el fuego que necesitan quienes tenemos cerca. Podemos
ofrecer estas notitas en una celebración o misa.
Mientras
escribimos y si disponemos del recurso y el tiempo, podemos escuchar la canción: “¿Quién?” de José Luis Guitarra en este link https://www.youtube.com/watch?v=dPGhz0X5PVc
Oración final
espontánea.
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