lunes, 21 de julio de 2025

Misa 2025 - Esto te va a servir - Editorial

 


Con Jesús en el corazón, compartimos la Esperanza

¿Tienen presente la canción “Vamos a dar una mano al hambriento, al que sufre, al que tiene sed…”?

Cuando damos la mano, ayudamos, cuidamos, acompañamos, llenamos de esperanza. Para dar la mano, hace falta un corazón capaz de hacerlo.

Sufrimiento, hambre, sed, dolor, tristeza, soledad, enfermedad, derrota, etc, etc, son situaciones que dan la sensación de que nada sale bien, todo va para atrás, solo hay desesperanza, todo es triste…

La experiencia de dar la mano es sanadora, llena de esperanza. La experiencia de dar la mano, es abrirse a otro que necesita lo que sea y encuentra alguien que le abre la puerta de la esperanza. Cuando damos la mano, la mano que nos agarra es la de alguien que necesita que lo levanten, lo guíen, lo acompañen, lo lleven, lo ayuden, lo cuiden, lo escuchen, lo aconsejen. Dar la mano, es un montón de cosas y todas estas cosas son buenas. Dar la mano es atender la necesidad del que sufre, dar la mano es escuchar lo que otro tiene para decir, dar la mano es alimentar los sueños de los que crecen, dar la mano es aconsejar al que duda y no sabe cómo seguir, pero, sobre todo, dar la mano es amar cómo Jesús nos ama llenando con la alegría de su esperanza el corazón de nuestros hermanos. Dar la mano, es llenar de esperanza.

La gran mano que Jesús nos regala es aquella que nos tiende con su resurrección cuando nos ofrece la esperanza renovada de que todos, todos, todos, podemos volver a la Casa del Padre. La gran mano que Jesús nos regala, es la mesa compartida, que ser parte y reparte para que todos, todos, todos, nos podamos alimentar con el Pan de su Esperanza. La gran mano que Jesús nos regala, es la ternura de su perdón que nos hace el regalo misericordioso de darnos otra oportunidad, a todos, todos, todos y encima, el Dios de Amor, celebra y festeja nuestra vuelta: Porque el amor Paterno y Misericordioso reconoce que este regreso es guiado por la esperanza.

El desafío entonces es cómo hacemos para, con nuestros chicos y chicas, transformarnos en ángeles de esperanza para quienes nos rodean. Cuáles son los gestos y las palabras que necesitamos brindar y ofrecer para que dar la mano, llene de esperanza y alegría la vida de los que sufren, tienen hambre, están solos, nadie escucha o están tristes… ¿Saben por qué somos capaces de hacerlo? Porque Con Jesús en el corazón, compartimos la esperanza.


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