lunes, 21 de julio de 2025

Pentecostés 2025 - Esto te va a servir - Editorial

¿Vivieron alguna vez la experiencia de tener poco papel, pocas ramitas secas para poder iniciar un fuego? En cuanto el fuego parece agarrar, hay distintas técnicas para ayudarlo a encender. El más natural, siempre, está ligado al viento, al aire. Apantallamos, buscamos una bombilla y soplamos, si hay electricidad le mandamos el secador de pelo y así, lo que se nos ocurra. Ese viento, ese aire, acompaña, ayuda y enciende.

Esa es la experiencia de la llama del Amor de Dios y el soplo de su Espíritu. Se enciende en nuestro corazón para que, lo que Dios nos regala se haga gesto y palabra que anuncie a todos cuánto nos quiere el Señor. Es el Espíritu Santo el que Sopla y enciende su Esperanza en nuestra vida. 

Y como pasa desde que los discípulos lo recibieron en aquel primer Pentecostés, cuando el Espíritu sopla, nos transformamos en Iglesia en salida. Porque su soplo, que nos llena de Esperanza, también nos enseña que este regalo es para “Todos, Todos, Todos” y nadie puede ni debe quedar afuera. Además, volviendo al ejemplo de la fogata, si todos aportamos una rama, el fuego se hace más fuerte, se ve de más lejos, aleja el frío e ilumina mucho más… hubiera insistido Francisco: “Nadie se salva solo”.

En esta fiesta de Pentecostés vamos a pedirle al Espíritu que sople y aumente nuestra Esperanza. Que esta esperanza se vea representada en nuestros gestos de servicio, nuestras palabras de aliento, nuestro oído atento, nuestro abrazo cercano, nuestro cariño cotidiano. Y que en definitiva, como en aquel primer Pentecostés, el Soplo de Esperanza nos anime a dar tanto testimonio del amor de Jesús, que todo el mundo siga diciendo: “Miren cómo se aman”.


 

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