¿Qué decimos cuando decimos “corazón”?
Pensamos en el 14 de febrero y en esa nueva
tradición que importamos de los países del norte celebrando a San
Valentín.
Vemos que el corazón es símbolo y signo del amor,
del amor humano, específicamente el amor de pareja, el que une, el que hace
“uno” a dos personas. Luego, ese signo se amplía a todo el amor. Los chicos lo
dibujan en las tarjetas para sus padres, sus docentes, sus amigos…
¿De dónde viene la tradición? Siendo el corazón un
órgano indispensable como tantos otros, ¿Por qué en todo caso no lo es el
cerebro, que piensa y reflexiona, analiza y decide? Quizás justamente por eso,
porque el corazón no piensa, es incontrolable, reacciona ante cualquier emoción
sin que podamos hacer nada para detenerlo.
Quizás porque es esa voz interior, la única que se
dice en el vientre materno, la última que se escucha al final de la vida.
Pero veamos de dónde nos viene la imagen del corazón
en la Biblia.
EL CORAZÓN Y LA PALABRA DE DIOS
Para el pueblo judío resultaba muy abstracto
pensar el “ruaj”, ese viento de Dios que
permanece en nosotros y nos da la vida, Su vida, eso de Él que nos hace
diferentes de los otros seres. Por otro lado el alma, “pneuma” para los
griegos, también corresponde a una realidad muy abstracta. Conforman ambas una
sola realidad con dos aspectos diferentes Viento de Dios y Alma. La imagen que
pusieron para albergarlas fue precisamente el CORAZÓN. Ese lugar donde Dios nos
habita y donde luchan nuestras emociones, lo mejor y lo peor de nosotros.
El corazón, es sobre todo, entonces, lo que marca la
diferencia: el lugar de Dios, espacio que debemos cuidar, alimentar, reparar,
proteger, enriquecer especialmente y con afán, porque desde allí podemos ser lo
que Dios se propone para nosotros. Porque podemos hacer de él un castillo desde
donde Dios nos habite totalmente y nos lleve de la mano.
La palabra "corazón" aparece 873 veces en
la Biblia, "corazones" aparece 88. Aquí hay algunos ejemplos que nos
ayudan a captar su significado.
Antiguo
Testamento
Proverbios 4, 23
“Sobre toda cosa
guardada guarda tu corazón; Porque de él brotan manantiales la vida
Génesis 6, 5-6
Viendo Yahveh que la maldad del hombre cundía en la
tierra, y que todos los pensamientos que ideaba su corazón eran puro mal de
continuo, le pesó a Yahveh de haber hecho al hombre en la tierra, y se indignó
en su corazón.
Éxodo 8,15
Dijeron los magos a Faraón: «¡es el dedo de Dios!»
Pero el corazón de Faraón se endureció, y no les escuchó, como había dicho
Yahveh.
Éxodo 31,6
En el corazón de todos los hombres hábiles he
infundido habilidad para que hagan todo lo que te he mandado.
Deuteronomio 4, 29
Desde allí buscarás a Yahveh tu Dios; y le
encontrarás si le buscas con todo tu corazón y con toda tu alma.
Deuteronomio 4, 39
Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón que
Yahveh es el único Dios allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no
hay otro.
Deuteronomio 6, 5-6
Amarás a Yahveh tu Dios con todo tu corazón, con
toda tu alma y con toda tu fuerza. Queden en tu corazón estas palabras que yo
te dicto hoy.
Deuteronomio 8, 2
Acuérdate de todo el camino que Yahveh tu Dios te
ha hecho andar durante estos cuarenta años en el desierto para humillarte,
probarte y conocer lo que había en tu corazón
Deuteronomio 15, 7
Si hay junto a ti algún pobre de entre tus
hermanos, en alguna de las ciudades de tu tierra que Yahveh tu Dios te da, no endurecerás
tu corazón ni cerrarás tu mano a tu hermano pobre
1Reyes 8, 58
Que incline nuestros corazones hacia él para que
andemos según todos sus caminos y guardemos todos los mandamientos, los decretos
y las sentencias que ordenó a nuestros padres.
Isaías 61,1
El espíritu del Señor Yahveh está sobre mí,
por cuanto que me ha ungido Yahveh.
a anunciar la buena nueva a los pobres me ha
enviado,
a vendar los corazones rotos;
a pregonar a los cautivos la liberación,
y a los reclusos la libertad
Jeremías 32, 40
Les pactaré alianza eterna - que no revocaré
después de ellos - de hacerles bien, y pondré mi temor en sus corazones, de modo
que no se aparten de junto a mí.
Ezequiel 11, 19
Yo les daré un solo corazón y pondré en ellos un
espíritu nuevo: quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón
de carne.
Ezequiel 36, 26
Y os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros
un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne.
Nuevo Testamento
Mateo 5, 8
Bienaventurados los limpios de corazón, porque
ellos verán a Dios.
Mateo 6, 21
Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu
corazón.
Mateo 11, 29
Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que
soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras
Mateo 15,8
Este pueblo me honra con los labios, pero su
corazón está lejos de mí.
Lucas 2, 19
María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y
las meditaba en su corazón.
Lucas 2, 51
Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a
ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón.
Lucas 6, 45
El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca
lo bueno, y el malo, del malo saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón
habla su boca.
Juan 14, 27
Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy como la
da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde.
Efesios
3,17
…para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a
fin de que, arraigados y cimentados en amor, sean plenamente capaces de comprender con todos los santos
cuál es la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo
conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.
¿CÓMO HABLA EL CORAZÓN?
El corazón se expresa a través del
cuerpo y todos los sentidos. Ama u odia mediante cualquier gesto: mirar, dar,
acariciar, besar, alentar, estimular, sanar, dar alegría, caminar con otros; o
bien: pegar, ofender, maltratar…….
Manos, pies, cerebro, boca, ojos, todo
está al servicio del corazón. Y cuando un corazón se sabe habitado por
Jesucristo, lo deja hacer, y entonces, son Sus manos, y Sus miradas, Sus
palabras las que salen de nuestro corazón.
EL SAGRADO CORAZÓN DE
JESÚS
Esta devoción que nos viene desde el
año 1673, no es otra cosa que un regalo amoroso de Jesús que quiso, por medio
de Santa Margarita, hacerse visible a todos para mostrarnos cuánto nos ama,
cómo arde su corazón, y cuántas espinas tiene por los que aún no lo conocen o
lo desprecian. Ese corazón se hace uno con el nuestro cuando lo amamos, también
su fuego y sus espinas, esas espinas que nos pinchan para salir a misionar, para
llevar su amor, para contagiar su amor.
Sepamos qué le dijo Jesús a Margarita:
Margarita, muéstrales mi corazón a todos cuantos
puedas, porque a aquellos que quieran acompañarme, les prometo:
á Les daré todas las gracias que necesiten para
seguirme.
á Les daré paz a sus familias.
á Les consolaré en sus penas.
á Seré su refugio durante toda su vida hasta el final.
á Derramaré abundantes bendiciones para todos sus emprendimientos.
á Los pecadores encontrarán en este corazón un océano
de misericordia.
á Las almas tibias se volverán ardientes con el fuego
de mi amor.
á Las almas fervorosas harán rápidos progresos en su
camino de perfección.
á Bendeciré las casas donde tengan expuesta mi imagen.
á A aquellos que se ocupen de misionar y evangelizar
para la salvación de las almas les daré el don de mover los corazones más duros.
á Grabaré para siempre en mi corazón los nombres de
aquellos que propaguen mi devoción.
á Y te prometo, en la excesiva misericordia de mi
corazón que mi amor concederá a todos aquellos que comulguen nueve primeros
viernes de mes seguidos, que no morirán sin mi gracia, estaré a su lado y mi
corazón divino será su refugio en aquel último momento.
Después que Jesús habló, no había ya nada que
decir, pero sí había que hacer, había que hacer conocer ese corazón a todo el
mundo, y esta humilde Margarita lo hizo, después de 400 años lo seguimos
anunciando y amando. Nos pide que lo amemos amando a los hermanos, llevándole
su fuego, contándole sus latidos, diciéndoles a todos cuánto los ama,
pidiéndoles su amor para dar.
Seamos Margaritas con ella, deshojémonos de amor
para amar, y digamos cada mañana al despertar: Sagrado Corazón de Jesús, en Vos
confío.
Rezar con los chicos ante el Sagrado
Corazón de Jesús y pedirle que nos contagie todo su amor, es quizás uno de los
caminos más rápidos para cambiar el propio corazón, para hacer de él un lugar
para todos los hermanos, como es el de Jesús: amparo, amor para nosotros y amor
para dar.
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