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días para caminar juntos hacia la Pascua, en alegría y esperanza, preparando
nuestro corazón para la gran fiesta de la Resurrección de Jesús, para que Jesús
pase por nuestras vidas, por nuestros corazones y nos bendiga.
Desarrollo:
Trazaremos
una hoja de ruta que indique nuestro camino.
Llevaremos
nuestra brújula Biblia para que nos indique el camino.
Señalaremos las
paradas con indicadores.
Cada
parada podrá tomar un encuentro o podremos hacer dos en uno mismo. Lo
manejaremos según el tiempo previo que dispongamos.
¡Buen
recorrido para todos y no olvidemos: vivir este tiempo con alegría y gozo,
Sabiendo que algo bueno está por venir!
Primer
parada: Oración
Detenernos
en la oración. ¿Pero qué es rezar? ¿Por qué es necesario rezar?
Rezamos
para crecer en nuestra amistad con Dios y pedirle que nos oriente en nuestro
caminar.
En
nuestra oración, también damos gracias a Dios por los regalos recibidos y
rezamos por los demás, familiares, amigos, vecinos, sobre todo por los que
menos tienen y por los más necesitados.
Durante
la Cuaresma, podemos hacer un esfuercito especial de rezar todos los días, si
es que no lo hacemos.
Porque
la cuaresma es un tiempo de oración, es un tiempo para contemplar, agradecer, amar
y dejarse iluminar por la Palabra de Dios.
Y
para orientarnos y dejarnos iluminar por ella buscaremos nuestra Biblia
brújula, para escuchar del Evangelio según San Mateo en su capítulo 14,
versículo 23.
“Después,
subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí,
solo”.
Es
palabra del Señor,
Gloria a
Ti Señor Jesús.
Jesús
subió a una montaña y se quedó allí, rezando.
¿Con
quién hablaba? ¿Qué creen que le diría?
Lo
pensamos en silencio y lo compartimos.
Como
Jesús vamos a tomarnos un tiempo para hablar con Dios Padre, para contarle de
nuestras cosas. Eso quedará para nosotros, será un momento personal y muy íntimo,
por ello buscaremos el lugar especial. Separándonos unos de otros. Si podemos
ir al Templo sería lo ideal! Sino buscaremos el lugar más amplio que tengamos
para que cada uno encuentre allí un lugarcito.
Luego
de este momento nos reuniremos todos juntos nuevamente para rezar con
la misma oración que Jesús nos enseñó, el Padre
nuestro…
Segunda parada: Ayuno
La segunda parada dentro
del camino de Cuaresma es el ayuno.
El ayuno significa que
renunciamos a algo con el fin de crear más espacio para lo que es realmente
importante en nuestra relación con Dios y con nuestros hermanos.
La decisión de vivir
sin algo que nos gusta nos recuerda que todo lo que tenemos es regalo de Dios.
A veces buscamos
llenarnos de cosas y olvidamos que el verdadero tesoro es Dios y nuestra
riqueza está en tenerlo a Él y a
nuestros hermanos. Llenar nuestro corazón de cosas materiales que muchas veces
no necesitamos nos impide llenarnos de cosas espirituales.
Busquemos nuestra
Biblia Brújula y escuchemos con atención lo que nos dice el evangelio de Mateo
6, 19-21
“No
acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y
los ladrones perforan las paredes y los roban. Acumulen, en cambio, tesoros en
el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que
perforen y roben. Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón”.
Es palabra del Señor,
Gloria a Ti Señor Jesús.
Pensemos sobre las cosas materiales que nos gustan, seguro dirán la play,
la compu, el celu. ¿Para qué o por qué son buenas esas cosas y otras?
¿Lo compartimos?
¿Las cosas materiales, pensemos otras… son necesarias? ¿Por qué?
Es verdad que necesitamos cosas materiales como el alimento, la ropa, una
casa, los útiles para ir al cole, las zapatillas… pero qué pasa si solo nos
preocupamos por llenarnos de esa cosas?
Y peor aún si tenemos cosas y no las compartimos?
Jesús nos habla de tesoros en el cielo. ¿A qué se refiere?
¿Cuáles serán?
¿Se animan a compartirlos?
Amor, familia, amigos… ¿qué otras cosas pueden ser nuestros verdaderos
tesoros?
¿Qué les parece si llenamos nuestro corazón de tesoros
verdaderos?!
Los pensamos y los escribimos dentro del corazón, que realizaremos
previamente, lo guardaremos luego en un lugar especial para cada vez que
necesitemos recordarlos.
Con ellos haremos una oración de tres momentos:
Querido
Jesús queremos pedirte perdón por no reconocer todas las cosas lindas que
tenemos.
Te damos
gracias por tantos dones recibidos.
Y te
pedimos que nos ayudes a poder cuidar y reconocer nuestros verdaderos tesoros.
Todos juntos decimos: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Amén.
Tercer
parada. Limosna
La tercera parada de nuestro camino de Cuaresma
es la limosna.
Cuando damos y compartimos con los demás, con
los que menos tienen, estamos como Jesús sirviendo a los demás, poniendo al
servicio de nuestro prójimo los dones que hemos recibido gratuitamente.
Escuchemos lo que Jesús nos enseña respecto
de la limosna en Marcos 12, 41-44
“Jesús
se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la gente
depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia. Llegó una viuda de condición
humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre. Entonces él llamó a sus
discípulos y les dijo: «Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que
cualquiera de los otros, porque todos han dado de lo que les sobraba, pero
ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir”.
Es palabra del Señor,
Gloria a Ti Señor Jesús.
¿Saben
qué es una viuda? Una viuda es una señora que ha perdido su esposo.
En tiempos de Jesús
las viudas pasaban muchas necesidades, no tenían quien las mantuviera y tampoco
podían trabajar, ya que no era costumbre de la época que la mujer trabajara
fuera de la casa. Lo cual hacía muy difícil que pudieran solventarse económicamente,
muchas veces no tenían para comer ni para vestirse y tampoco vivienda.
Pensemos o volvamos al
texto Bíblico.
Imaginemos la escena.
¿Dónde transcurre?
¿Qué personajes
aparecen?
¿Qué actitudes
presentan?
¿Por qué Jesús pone
como ejemplo la actitud de la viuda?
¿Qué nos enseña este
Evangelio?
¿Se animan a
compartirlo?
Ahora vamos a tomarnos
un ratito de silencio para pensar en lo que nosotros damos.
¿Damos lo que nos
sobra? ¿Compartimos lo que tenemos, aunque nos cueste? ¿Ayudamos al que
necesita? ¿Nos animamos a dar un poquito
más?
Seguimos en silencio guardando
las respuestas en nuestro corazón.
Ya todos juntos le
pedimos a Jesús que nos ayude a poder estar siempre atentos a lo que necesita
nuestro prójimo; y no siempre son cosas materiales, quizás basta con un abrazo,
con un “te ayudo”, con no dejarlo solo, con escucharlo, con preguntarle cómo se
siente o si necesita que lo acompañemos en algo.
Le pedimos a la
Virgencita María, ella que fue y es tan generosa, que nos ayude a dar y darnos!
Rezamos un Ave María…
Y
todos juntos decimos
¡Jesús,
pasá y bendecinos!
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