EL CORAZÓN DE LA VIRGEN MARÍA. SUS LATIDOS
Dios le dio
Corazón de Madre a María para que fuera la Mamá de Jesús y nuestra Mamá. Con
ese corazón, María nos ama a todos y a cada uno en particular.
San Juan Pablo II, en su Encíclica "Redemptoris Mater",
ha escrito: "Se
descubre aquí el valor real de las palabras dichas por Jesús a su madre cuando
estaba en la Cruz: «Mujer, ahí tienes a tu hijo», y al discípulo: «Ahí tienes a
tu madre» (Jn 19,26). Estas palabras determinan el lugar de
María en la vida de los discípulos de Cristo y expresan su nueva maternidad
como Madre del Redentor: la maternidad espiritual, nacida de lo profundo del
misterio pascual del Redentor del mundo....
El
Amor del corazón de María es para cada uno de sus hijos. Sin egoísmos, atenta a
las necesidades de todos y de cada uno, en la feliz espera de que sus hijos
imiten la vida de Jesús, nuestro hermano mayor, para que seamos verdaderamente
felices. Un amor que desborda y que nos lleva a Jesús. Un amor de Mamá que se
ocupa, de manera especial, por sus hijos más desvalidos, por los que más
sufren, pero que no se agota en ellos porque sigue atenta a las necesidades de
todos.
Un corazón lleno del Amor de Dios, como el
de la Virgen, late a cada instante acompañando la Vida. Y como somos sus hijos,
los dones y riquezas que hay en él también son para nosotros. “Toda la
inocencia de María, su pureza, su santidad, su humildad, su amor a Dios y a los
hermanos es nuestro, porque Ella es nuestra.” (San Juan de la Cruz. Dichos de luz
y amor, 26).
Un corazón de Mamá que sufre en
lo más profundo cuando sus hijos sufren. Pero no se queda quieta en el dolor
sino que abraza y consuela. Nos anima a hacer lo mismo entre nosotros. Y no
deja de recordarnos: Hagan lo que Jesús les diga. Ese es el deseo de nuestra
Madre, que vivamos como verdaderos hermanos, amándonos como nos ama Jesús. Y
está empeñada en que lo hagamos, por eso no nos deja solos, por eso nos regala
su Corazón de Madre. Como toda mamá, quiere lo mejor de lo mejor para todos sus
hijos.
Les proponemos
ir descubriendo con los chicos qué llevan en sí mismos los latidos del Corazón
de María, de qué están cargados y hacia dónde se dirigen. Cada comunidad podrá
adaptar, mejorar, enriquecer estas sugerencias de acuerdo a sus características
propias.
Compartir con los
chicos cómo son los latidos de sus corazones. Si siempre son iguales, si
cambian y ante qué estímulos cambian.
Cuál es la función
del corazón en nuestro cuerpo, mantenerlo con vida.
Pero también asignamos al corazón el lugar de nuestras emociones. Tengo el
corazón contento, lleno de alegría, Tengo el corazón con agujeritos, desganado,
lastimado, los quiero con todo el corazón… Y muchas frases más que manifiestan nuestros
sentimientos. Podemos pedirles a ellos que compartan las que se les ocurran y
ante qué situación emocional la utilizan.
Habiendo mirado el
corazón de cada uno y de todos, ponemos
toda la atención en el Corazón de María, un corazón de Mamá. (Podemos
compartir una imagen para ayudarlos a centrar la atención). Juntos
reflexionamos para descubrir de qué está lleno su corazón.
§ ¿Quién le dio a la Virgen María un Corazón de mamá?
§ ¿De quiénes es Mamá la Virgen María? ¿Cómo lo sabemos?
(Podemos iluminar con Jn. 19, 25-27)
§ ¿De qué está lleno el Corazón de la Virgen? Enumerar
virtudes, actitudes. (Podemos hacer una lista en un papel afiche donde esté
dibujado un corazón o alrededor de una imagen del Inmaculado Corazón de María).
Reflexionamos juntos sobre los latidos del Corazón de María. Cada virtud, actitud, sentimiento
de la Madre es llevado en cada latido. Y esos latidos son los que nos guían
para que vivamos como hermanos que somos. Son
los latidos que nos hacen “caminar”. Y “caminar” es poner en gesto concreto de
amor aquello que María, nuestra Mamá, nos regala para compartir con otros.
ü KIT DEL PEREGRINO:
Para llevar el día de la Peregrinación. ¡No lo olviden!
Corazón en cartulina o el material que prefieran con cinta para
que los chicos puedan colgárselo.
Latido del Corazón de María, elegido por cada
chico. Por ejemplo: paciencia. Pegar en el corazón.
En la otra cara del corazón, poner a quién/es
va dirigido ese latido. Por ej.: la paciencia puede ser dirigida en gestos
concretos hacia los hermanos o compañeros de colegio.
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