Estamos llegando al final de un año de servicio, un
año de misión… contagiamos, compartimos,
anunciamos el amor de Dios que experimentamos en nuestras vidas. Vivimos con intensidad
el Jubileo de la Misericordia, en nuestros grupos, familias, comunidad…,
invitados por nuestro Papa Francisco:
“Un año para
ser tocados por el Señor Jesús y transformados por su misericordia, para
convertirnos también nosotros en testigos de misericordia. Para esto es el
Jubileo: porque este es el tiempo de la misericordia. Es el tiempo favorable
para curar las heridas, para no cansarnos de buscar a cuantos esperan ver y
tocar con la mano los signos de la cercanía de Dios, para ofrecer a todos, a
todos, el camino del perdón y de la reconciliación”.
Qué bueno
cerrar el año dando gracias ¿no?
Una propuesta…
Regalarnos un
rato de oración, para crecer como animadores agradecidos y confiados…lo podemos
hacer solos o con nuestro grupo, preparando
y eligiendo el lugar, al aire libre, o en el templo, la capilla, un
espacio agradable y sereno.
Elegir una
canción que signifique algo para nuestro grupo, para nuestra tarea y leer un
texto del Evangelio Lucas 10, 21 o Lucas 10,17-20
Si quieren se
puede leer este texto de Anselm Grün, un monje benedictino, que nos puede
ayudar a pasar por el corazón rostros, situaciones, alegrías, encuentros,
alguna pena, decepción, crecimiento de este año…
…un misionero me contaba cómo él acudía cada
mañana a la iglesia para rezar el breviario y meditar. Al poco de abrir la
iglesia, llegaba un catequista ya bastante mayor, el cual permanecía una hora
sentado en silencio. Un día se atrevió a preguntarle qué era lo que hacía
durante ese tiempo. Y el catequista le explicó: “Recorro con la mente todo el
pueblo, choza por choza. Me imagino a la gente que vive en cada una de ellas,
pienso en cómo les va, cuáles son sus sufrimientos, qué es lo que necesitan y
de qué sienten anhelo. Y luego los bendigo. Para ello necesito una hora
entera”. Aquel hombre había comprendido el sentido de la bendición. Y había
dejado que su edad resultara fecunda. Ya no podía hace mucho, pero sí bendecía
a las personas de su pueblo. Para el pueblo, aquello era, sin duda, una
bendición…
Y por cada
una de ellas alabar, bendecir, agradecer, celebrar la gracia de Jesús que nos
concedió vivirla.
Si tienen una
hoja y birome pueden ir registrando lo que viene al corazón y a la memoria… y si
se animan las pueden compartir…para rezar juntos unos por otros…
Pueden
terminar haciendo una oración y cantando y por qué no comiendo juntos.
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