En la carta
pastoral con ocasión del Sínodo en el Nro 27 leemos:
[…] “el camino de nuestro Sínodo porteño tiene una
sola dirección: de la Eucaristía a las periferias para encontrarnos con los más
alejados”[…]
Preparándonos
para la Misa Arquidiocesana de este año la sugerencia para rezar con los chicos
en los colegios nos invita a hacerlo con el texto de los discípulos de Emaús.
Lucas 24, 13-35
Una buena
oportunidad de comunión es compartir con los animadores, catequistas, un rato,
rezando juntos nuestra experiencia eucarística.
Podemos
organizar el tiempo en cuatro momentos:
·
Jesús camina
con nosotros
·
Quedate con
nosotros
·
Te
reconocemos al partir el pan
·
Nos ponemos
en camino
Jesús camina con nosotros
[…] Ese mismo día, dos
de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez
kilómetros de Jerusalén […] Lc 24, 13.
Comenzamos
cantando alguna canción que sea significativa para la comunidad sobre la
presencia de Jesús que camina con nosotros
Repartimos en
cartulinas de colores una huella para cada participante y una birome para
escribir. En un rato de silencio, acompañados por alguna música de fondo cada
uno escribe dónde…cuándo…en qué situación…fue encontrado por Jesús. Es
importante volver a pasar por el corazón esa memoria.
Compartimos
en dúos o tríos nuestra experiencia.
Quedate con nosotros
[…] En el camino
hablaban sobre lo que había ocurrido. Mientras conversaban y discutían, el
mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos. Pero algo impedía que sus
ojo lo reconocieran.
Él les dijo: «¿Qué comentaban por el
camino?». Ellos se detuvieron, con el semblante triste, y uno de ellos, llamado
Cleofás, le respondió: «¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo
que pasó en estos días!».
«¿Qué cosa?», les preguntó. Ellos
respondieron: «Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso
en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo, y cómo nuestros
sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y
lo crucificaron.
Nosotros esperábamos que fuera él quien
librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas. […] Lc 24, 14-21
Podemos
introducir este momento rezando un salmo.
Luego
entregamos a cada uno una hoja con algunas preguntas que nos posicionen en
nuestro hoy. Tratemos de hacer una lista con las respuestas…
¿Qué llevo en el
corazón?
¿Qué me agobia?
¿Qué me preocupa?
¿Qué me asusta?
¿Qué me cansa?
¿Cuáles son mis
esperanzas frustradas?
¿Dónde y cuándo me
fallan la fe y la esperanza?
Para poner en común invitamos a ir diciendo en voz alta
algunas de las frases que escribimos y todos contestamos “Quedate con nosotros Señor”.
…cuando me siento solo….
…porque me preocupa la indiferencia y el egoísmo…
Cerramos este momento cantando.
Te
reconocemos al partir el pan
[…] Cuando llegaron cerca del pueblo adonde
iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le insistieron: «Quédate
con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba». El entró y se quedó con
ellos.
Y estando a la mesa, tomó el pan y
pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio […] Lc 24, 28-30
Entregamos a
cada un ícono de los discípulos de Emaús y les pedimos que se dejen mirar por
la imagen, sentándose a la mesa.
Colocamos en
el centro un pan grande.
Después de
leer el texto, empezamos a hacer
circular el pan para que cada uno pueda tomar un trozo y comerlo.
«Lo más importante no es:
que yo te busque, sino que tú me buscas en todos
los caminos (Gn 3,9);
que yo te llame por tu Nombre, sino que tú tienes
el mío tatuado en la palma de tus manos (Is 49,16);
que yo te grite cuando no tengo ni palabra, sino
que tú gimes en mí con tu grito (Rom 8, 26);
que yo tenga proyectos para ti, sino que tú me
invitas a caminar contigo hacia el futuro (Me 1,17);
que yo te comprenda, sino que tú me comprendes a mí
en mi último secreto (1 Cor 13,12);
que yo hable de ti con sabiduría, sino que tú vives
en mí y te expresas a tu manera (2 Cor 4,10); que yo te guarde en mi caja de
seguridad, sino que yo soy una esponja en el fondo de tu océano (EE 335);
que yo te ame con todo mi corazón y todas mis
fuerzas, sino que tú me amas con todo tu corazón y todas tus fuerzas (Jn
13,1);
que yo trate de animarme, de planificar, sino que
tu fuego arde dentro de mis huesos (Jer 20,9).
Porque, ¿cómo podría yo buscarte, llamarte,
amarte... si tú no me buscas, me llamas y me amas primero? El silencio
agradecido es mi última palabra y mi mejor manera de encontrarte»
B. GONZÁLEZ
BUELTA
Nos ponemos
en camino
[…] Entonces los ojos de los discípulos se
abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista. Y se
decían: «¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y
nos explicaba las Escrituras?».
En ese mismo momento, se pusieron en
camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los
demás que estaban con ellos, y estos les dijeron: «Es verdad, ¡el Señor ha
resucitado y se apareció a Simón!». Ellos, por su parte, contaron lo que les
había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan […] Lc 24, 31-35
Preparamos el
lugar para colocar el Santísimo…mantel…velas…flores. Todos sentados alrededor.
Hacemos un canto.
Cada uno recibe una vela que irá encendiendo y dejándola a
los pies del Santísimo mientras comparte qué anuncio le pide Jesús que haga.
Se puede terminar cantando y compartiendo una merienda.
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