lunes, 18 de septiembre de 2017

Rincón de los animadores



En la carta pastoral con ocasión del Sínodo en el Nro 27 leemos:

[…] “el camino de nuestro Sínodo porteño tiene una sola dirección: de la Eucaristía a las periferias para encontrarnos con los más alejados”[…]

Preparándonos para la Misa Arquidiocesana de este año la sugerencia para rezar con los chicos en los colegios nos invita a hacerlo con el texto de los discípulos de Emaús. Lucas 24, 13-35

Una buena oportunidad de comunión es compartir con los animadores, catequistas, un rato, rezando juntos nuestra experiencia eucarística.

Podemos organizar el tiempo en cuatro momentos:
·         Jesús camina con nosotros
·         Quedate con nosotros
·         Te reconocemos al partir el pan
·         Nos ponemos en camino

Jesús camina con nosotros

[…] Ese mismo día, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén […] Lc 24, 13.

Comenzamos cantando alguna canción que sea significativa para la comunidad sobre la presencia de Jesús que camina con nosotros
Repartimos en cartulinas de colores una huella para cada participante y una birome para escribir. En un rato de silencio, acompañados por alguna música de fondo cada uno escribe dónde…cuándo…en qué situación…fue encontrado por Jesús. Es importante volver a pasar por el corazón esa memoria.
Compartimos en dúos o tríos nuestra experiencia.

Quedate con nosotros

[…] En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido. Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos. Pero algo impedía que sus ojo lo reconocieran.
Él les dijo: «¿Qué comentaban por el camino?». Ellos se detuvieron, con el semblante triste, y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: «¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!».
«¿Qué cosa?», les preguntó. Ellos respondieron: «Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo, y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron.
Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas. […] Lc 24, 14-21

Podemos introducir este momento rezando un salmo.

Luego entregamos a cada uno una hoja con algunas preguntas que nos posicionen en nuestro hoy. Tratemos de hacer una lista con las respuestas…

¿Qué llevo en el corazón?
¿Qué me agobia?
¿Qué me preocupa?
¿Qué me asusta?
¿Qué me cansa?
¿Cuáles son mis esperanzas frustradas?
¿Dónde y cuándo me fallan la fe y la esperanza?

Para poner en común invitamos a ir diciendo en voz alta algunas de las frases que escribimos y todos contestamos “Quedate con nosotros Señor”.
…cuando me siento solo….
…porque me preocupa la indiferencia y el egoísmo…

Cerramos este momento cantando.

Te reconocemos al partir el pan

[…]  Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le insistieron: «Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba». El entró y se quedó con ellos.
Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio […] Lc 24, 28-30


Entregamos a cada un ícono de los discípulos de Emaús y les pedimos que se dejen mirar por la imagen, sentándose a la mesa.
Colocamos en el centro un pan grande.

Después de leer el texto,  empezamos a hacer circular el pan para que cada uno pueda tomar un trozo y comerlo.

«Lo más importante no es:
que yo te busque, sino que tú me buscas en todos los caminos (Gn 3,9);
que yo te llame por tu Nombre, sino que tú tienes el mío tatuado en la palma de tus manos (Is 49,16);
que yo te grite cuando no tengo ni palabra, sino que tú gimes en mí con tu grito (Rom 8, 26);
que yo tenga proyectos para ti, sino que tú me invitas a caminar contigo hacia el futuro (Me 1,17);
que yo te comprenda, sino que tú me comprendes a mí en mi último secreto (1 Cor 13,12);
que yo hable de ti con sabiduría, sino que tú vives en mí y te expresas a tu manera (2 Cor 4,10); que yo te guarde en mi caja de seguridad, sino que yo soy una esponja en el fondo de tu océano (EE 335);
que yo te ame con todo mi corazón y todas mis fuerzas, sino que tú me amas con todo tu corazón y todas tus fuerzas (Jn 13,1); 
que yo trate de animarme, de planificar, sino que tu fuego arde dentro de mis huesos (Jer 20,9).
Porque, ¿cómo podría yo buscarte, llamarte, amarte... si tú no me buscas, me llamas y me amas primero? El silencio agradecido es mi última palabra y mi mejor manera de encontrarte»

B. GONZÁLEZ BUELTA

Nos ponemos en camino

[…]  Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista. Y se decían: «¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?».
En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos, y estos les dijeron: «Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!». Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan […] Lc 24, 31-35

Preparamos el lugar para colocar el Santísimo…mantel…velas…flores. Todos sentados alrededor. Hacemos un canto.

Cada uno recibe una vela que irá encendiendo y dejándola a los pies del Santísimo mientras comparte qué anuncio le pide Jesús que haga.


Se puede terminar cantando y compartiendo una merienda.

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