ENCUENTRO PREVIO
PARA LOS ANIMADORES, DIRIGENTES Y CATEQUISTAS
En el Evangelio, San Lucas nos relata el
camino de los discípulos de Emaús. Nos podemos quedar en lo que sucede
exteriormente o acompañar a estos discípulos en su camino interior. Porque de
eso se trata este pasaje. San Lucas nos muestra el encuentro con Jesús y sus
consecuencias.
Los dos discípulos estaban desilusionados,
miraban los recientes acontecimientos con la mirada y medida humanas. Pero nada
iba a quedar igual porque Jesús Resucitado sale a su encuentro. No de manera
exultante sino en el discreto acompañar, en el camino.
Y es Jesús quien los orienta en el camino.
¿Para llegar a Emaús? No, ellos ya sabían cómo llegar. Jesús los orienta en el
caminar hacia las profundidades de sus corazones. Corazones que se encuentran
cargados de desilusión, decepción, angustia, incertidumbre… Nada había salido
como ellos habían previsto. Todo era oscuridad y encierro en sí mismos.
Jesús camina junto a ellos, los escucha y
comienza a orientarlos con la luz de la Palabra de Dios. Los invita a reflexionar.
Y ellos lo escuchan, se dejan iluminar. A pesar de los nubarrones de
desilusión, sus corazones estaban algo disponibles, un poco dispuestos al
encuentro con Él. Gracias a esa porción
de disponibilidad y escucha, es que
permanecen con Él en el camino y hasta le piden que se quede.
Y llegaron los tres al lugar del encuentro
profundo, del encuentro que transforma. Y así sucedió, lo reconocieron a Jesús
en el signo de partir el pan. Sus corazones apesadumbrados, desconcertados,
saltaron de alegría y se llenaron de gozo y de luz. Antes parecían corazones
apagados y ahora son corazones encendidos, capaces de contagiar el amor y la
alegría. El fuego del Amor ardía en sus corazones. Y cuando el Amor llena el
corazón, nada queda igual. La pesadez de su caminar al inicio se transforma en
rápido regreso a Jerusalén para compartir con el resto la alegría de haber
visto y reconocido a Jesús Resucitado.
PARA LOS CHICOS
LA GALERÍA DE CORAZONES
Este encuentro es una sugerencia que siempre será
mejorada por todos ustedes, adaptándolo a la realidad de cada comunidad.
Los chicos tienen que agruparse
de a 4 o según la cantidad que haya.
Repartimos
a cada grupo, una o más tarjetas de la galería de corazones y el dibujo de un
corazón igual al número de tarjetas recibidas. El grupo tiene que leer las
características del corazón o de los corazones que les hayan tocado y plasmar
esas características en el corazón dibujado, dibujando algo en él o pegando sobre
él lo que les parece que los caracterice mejor.
Les
pedimos que elijan uno y lo muestren. Explicarán al resto de los grupos porqué
lo representaron de esa manera.
Terminada
la presentación, los invitamos a reflexionar si se encuentran identificados con
algunos de estos corazones. ¿Por qué?, ¿En qué momento o situación?, ¿Cómo se
sienten ante esas situaciones?
Iluminamos
con Lc. 24, 13-35
¿Cómo estaban los corazones de
los discípulos?
¿Con quién se encontraron?
¿Cuál fue la actitud de los discípulos?
¿Cómo lo reconocieron a Jesús?
¿Qué sucedió con ellos después?
¿Cambiaron? ¿Cómo nos damos cuenta?
¿Qué pasaba en su corazón al
encontrarse con Jesús y reconocerlo?
¿Y nosotros, nos dejamos llenar
del amor de Jesús? ¿Dejamos que encienda nuestros corazones? ¿Cómo nos damos
cuenta? ¿Cómo es un corazón “encendido” de Amor?
·
Tarjetas para la galería de corazones (Adaptación de
Galería de corazones. Albisu, Javier S.J.)
El corazón reloj es el que vive cronometrando lo que
da. Lo que da es en realidad, para él, tiempo. Te da “tanto” tiempo de su
tiempo. Él es quien lo mide. Da el tiempo que él quiere no el que el otro
necesite.
El corazón solidario Es el que hace espacio en sí mismo
para la debilidad del otro. Un corazón no es solidario de por sí. Se vuelve
solidario porque se da cuenta de que la necesidad del otro, en algún momento
fue la suya, o bien, puede ser la suya. Ayuda al otro a lograr lo que necesita.
Un corazón de espinas Es un corazón que está siempre a la
defensiva. Un corazón que teme que se aprovechen de él. Temor, que le impide
salir como quisiera, en el momento de darse a los demás.
Un corazón inalcanzable Es el del que se para sobre su
propio corazón. Se cree más que los demás. Sólo habla de él y de lo que le
interesa. Se acerca a otro, sólo para que alguien lo escuche o vea lo que hace.
Un corazón guardado Es un corazón sin uso. Un corazón
que se cuida hasta de recibir alguna marquita o pequeño rayón.
Un corazón exigente Es un corazón que no se perdona
nada, ningún error, ninguna equivocación, nada. Que no sabe disfrutar. Un
corazón que se exige siempre 10, aun cuando su medida es el 9.
Un corazón accesible Es aquel que siente que las cosas pequeñas lo hacen
sentir muy bien. Se da a los demás sin esperar nada a cambio
Un corazón de carne Es aquel que no se asusta de encontrarse con diferentes personas,
situaciones, emociones. Sí le importa mucho que todo lo que salga de él sea
bueno, amable, agradable para los demás.
Un corazón cerrado Es un corazón que pone llave a lo que le pasa dentro. Rara vez se abre a
los demás. No comparte con los otros.
KIT PARA LA FIESTA DE LA MISA
El encuentro con Jesús nos transforma. El
corazón se llena de amor y alegría por saberse amado por Jesús, por saber de su
cercanía y su permanencia en nosotros. A los discípulos de Emaús, el encuentro
los cambió y pudieron “ver” a Jesús en el signo de partir el pan. A partir de
ese momento, tuvieron una mirada nueva porque el Amor ardía en sus corazones.
Jesús los había encendido nuevamente. Y la mirada de tristeza ante la muerte de
Jesús se transformó en mirada de esperanza para todos y rápidamente había que
compartirla con los demás. Había que volver a conectarse con los otros.
A nosotros nos pasa lo mismo, por eso les
proponemos traer anteojos luminosos o
brillantes en forma de corazón. Para mostrar que la alegría y el amor que Jesús
enciende en nuestros corazones transforma nuestras miradas y somos capaces de
“ver” a Jesús en cada hermano y en cada situación de nuestras vidas.
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