San José: “Consolar al triste”
José de Nazaret, fue el esposo de María, la madre de Jesús de Nazaret y,
por tanto, padre adoptivo de Jesús. Según el Evangelio de Mateo, era de oficio
artesano (Mateo 13:55a), lo que ya en los primeros siglos del cristianismo se
concretó en carpintero, profesión que habría enseñado a su hijo, de quien
igualmente se indica que era "artesano" (Marcos 6:3a). Era de
condición humilde, aunque las genealogías de Mateo 1:1-17 y Lucas 3:23-38 lo
presentan como perteneciente a la estirpe del Rey David. Se ignora la fecha de
su muerte, aunque se acepta que José de Nazaret murió cuando Jesucristo tenía
ya más de 12 años pero antes del inicio de su predicación. En efecto, el
Evangelio de Lucas menciona a «los padres» de Jesús cuando éste ya cuenta con
12 años (Lucas 2:41-50), pero no se menciona a José de Nazaret en los
evangelios sinópticos durante el ministerio público de Jesús, por lo que se
presume que murió antes de que éste tuviera lugar. Las Escrituras señalan a
José como «justo» (Mateo 1:19), que implica su fidelidad a la Torá y su
santidad.
La figura de José fue contemplada y admirada por diversos Padres y
Doctores de la Iglesia y es hoy objeto de estudio de una rama particular de la
Teología, la Josefología. La exhortación apostólica Redemptoris custos, escrita
por Juan Pablo II y publicada el 15 de agosto de 1989, es considerada la carta
magna de la teología de San José.
Según el Evangelio de Mateo, el ángel del Señor le manifestó en sueños
que ella concibió por obra del Espíritu Santo y que su hijo «salvaría a su
pueblo de sus pecados», por lo que José aceptó a María.
Luego, antes que Herodes I el Grande ordenara matar a los niños menores
de dos años de Belén y de toda la comarca, José tomó al niño Jesús y a su madre
y huyó a Egipto. Al morir Herodes, José entró nuevamente con el niño y su madre
en tierra de Israel pero, al enterarse de que Arquelao, hijo de Herodes el
Grande, reinaba en Judea, tuvo miedo de ir allí y se retiró a la región de
Galilea, a Nazaret.
José fue la persona que, según la tradición cristiana, Dios eligió para
constituir una familia para Jesús. José, un hombre justo, se caracterizó en sus
relaciones familiares, por dar un trato de máximo respeto y apoyo a María y por
servir de modelo, por voluntad de Dios, a Jesús. Son estas notas las que constituyen
el aspecto fundamental de la familia cristiana vista internamente. Y nos llevan
a afirmar que José es una de las figuras centrales del cristianismo, un hombre
excepcional
El día que Monseñor Jorge Bergoglio se convertía en nuestro querido Papa
Francisco, justo el día de la solemnidad de San José, dijo sobre este Santo y
la custodia que ejercía sobre María y sobre Jesús:
“¿Cómo ejerce José esta custodia? Con discreción, con humildad, en
silencio, pero con una presencia constante y una fidelidad y total, aun cuando
no comprende. Desde su matrimonio con María hasta el episodio de Jesús en el
Templo de Jerusalén a los doce años, acompaña en todo momento con esmero y
amor. Está junto a María, su esposa, tanto en los momentos serenos de la vida
como los difíciles, en el viaje a Belén para el censo y en las horas
temblorosas y gozosas del parto; en el momento dramático de la huida a Egipto y
en la afanosa búsqueda de su hijo en el Templo; y después en la vida cotidiana
en la casa de Nazaret, en el taller donde enseñó el oficio a Jesús.”
También nos dijo el mismo día:
“Y aquí añado entonces una ulterior anotación: el preocuparse, el
custodiar, requiere bondad, pide ser vivido con ternura. En los Evangelios, san
José aparece como un hombre fuerte y valiente, trabajador, pero en su alma se
percibe una gran ternura, que no es la virtud de los débiles, sino más bien
todo lo contrario: denota fortaleza de ánimo y capacidad de atención, de
compasión, de verdadera apertura al otro, de amor. No debemos tener miedo de la
bondad, de la ternura.“
José fue un gran hombre, un hombre de bien, que supo escuchar lo que
Dios tenía para decirle… SUPO ESCUCHAR… Así como escucho a Dios, también lo
hizo con María, y después con Jesús, y con todos aquellos que se acercaron a
él. Escuchando dio apoyo y sobre todo consuelo a quienes lo necesitaron. Y
consoló amorosamente a María en los momentos de temor y duda…
Dios nos escucha y nos consuela porque es y nos da su infinita
misericordia, nos la regala todo el tiempo, para que nosotros, sus hijos,
seamos felices.
¿Y si ahora que lo conocemos un poquito, tratamos de parecernos un
poquito a San José?
¿Te parece difícil escuchar a los demás? ¿Y consolar al que lo necesita?
¿PROBAMOS? ¡¡¡VAMOS!!!!
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