(1815-1888)
Merece ser recordado
particularmente, dado que -justo en este año jubilar de la misericordia- se
cumple también el bicentenario de su nacimiento.
La Iglesia
entera reconoce en él a un verdadero genio de la educación: aquella basada en
el método preventivo, que sabe llegar directamente al corazón de los jóvenes.
Era una característica particularmente suya el saber unir al mismo tiempo la
severidad en el reclamo y la corrección con la dulzura de la sonrisa. Quien lo
observaba en esos momentos, decía: "En los santos como en Dios, la
justicia y la misericordia se dan un beso inefable". Y cuando Don Bosco hablaba a sus jóvenes del
sacramento de la confesión, lo hacía de manera que pudieran entender que
"para él esperanza, misericordia y confesión eran sinónimos".
Se calcula que
Don Bosco asistió y educó en sus oratorios a cientos de jóvenes perdidos, e
inventó para ellos las primeras "escuelas de trabajo".
Pero todo
nacía desde un juramento interior, que Don Bosco explicaba así a sus jóvenes:
"He prometido a Dios que hasta el último respiro estaría para ustedes
jóvenes. Yo por ustedes estudio, por ustedes trabajo, por ustedes también soy
capaz de dar la vida. Dense cuenta de que cuando yo estoy, soy todo para ustedes,
día y noche, mañana y tarde, y en cualquier momento".
En la obra de San Juan Bosco, reconocemos las obras
de Misericordia: Enseñar al que no sabe,
dar buen consejo al que lo necesita, corregir al que se equivoca, consolar al
triste, y quizá otras, porque es un santo que nos muestra la misericordia de
Dios durante su vida, dedicada por entero a los jóvenes y a su educación.
Qué
santazo!
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