Animados
en tu Misericordia
Mientras vamos de
camino seguimos acompañando la religiosidad y espiritualidad de nuestros niños,
recuperando y recreando los diferentes modos de expresar el Don de la Fe. En
este año Jubilar tenemos la gran alegría de poder compartir con los más
pequeños la experiencia de ser animados a misericordiar con María y el ejemplo
de Mama Antula. En preparación a la
peregrinación, nuestro corazón empieza a latir de un modo muy especial… nuestra
mirada se dirige a la Virgen, a nuestra Madrecita, que siempre nos acompaña en
nuestra caminar cotidiano, con su mirada siempre nos sentimos en casa, nos
sentimos abrazados con la calidez de la Madre que conoce nuestro corazón y nos
renueva la certeza que conocer a Jesús es lo más lindo que nos pudo pasar!
(Cfr. V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de Aparecida (29 junio 2007),
29)
Con el ejemplo de Mama
Antula que se animó a ponerse en camino para que muchos conocieran y se
encontraran con Jesús, hacemos memoria agradecida de tantos catequistas,
animadores, abuelos, misioneros, papás, mamás y todos aquellos que, poniéndose
en camino, suscitan y hacen posible el encuentro con Jesús y la Virgen.
Cuánto nos colma de
alegría el corazón cuando contemplamos a un niño, que sostenido por los brazos
de su padre o su madre, se acerca para tocar, acariciar o besar a la Virgen...
¡Qué hermoso es poder suscitar ese encuentro! y acompañar a los más pequeños
para que puedan responder con frescura y con la espontaneidad que los
caracteriza al amor de María; poder suscitar este encuentro es una gracia que
nos renueva en la fe.
Sabemos que la
respuesta al amor maternal de la Virgen siempre se expresa en gestos concretos…
qué lindo sería animarnos y enseñarles a nuestros niños a preparar el altarcito
de María, un altarcito simple y hermoso a la vez, porque ella es simple y
hermosa; preparar ese lugarcito o rinconcito especial para la Virgen donde,
ellos puedan regalarle flores o escribirle una cartita para contarle lo que llevan
en el corazón o una oración; enseñarles a cantar una canción que más les gusta
para dedicársela a ella, o simplemente decirle un piropo y acariciarla,
recordando que ella quiere estar cerca nuestro, presente en nuestra casa, en
nuestras familias. Y si nos animamos a más…? Como discípulos misioneros, animar
a nuestros niños a ser misioneros de la Virgen, ayudarlos a descubrir que
también ellos pueden invitar a otros a rezar con cariño un Ave María y confiar
en el abrazo maternal que la Virgen quiere regalarnos.
En la alegre y
confortadora misión de acompañar a los más pequeños a crecer en la fe y a
expresarla en gestos concretos de amor, nos damos cuenta que también nosotros
crecemos, junto a los niños, en la fe y en la feliz amistad con Jesús.
No dejemos que
ningún altarcito donde está la Virgen
María se encuentre solo, sin que haya una presencia fiel y cercana, como la de
nuestros niños; prestémosle a la Virgen nuestros pies para que pueda ir a
visitar a tantos que la esperan. Recordemos que, es la fe auténtica de nuestros
niños la que junto a María, es capaz de iluminar la vida de aquellos que más lo
necesitan en este año santo de la Misericordia.
Cuando tenemos la
experiencia de ser visitados por la ternura y la mirada misericordiosa de la
Virgen, ella siempre nos saca de casa…, nos visita para que nosotros, como
ella, visitemos a quién espera la gozosa presencia de Jesús que viene a hacer
nuevas todas las cosas; visitados para visitar; encontrados para encontrar;
abrazados para abrazar; amados para amar (Cfr. Homilía del Papa
Francisco en el Santuario de la Virgen del Cobre. 22/09/2015) Y así cada uno de
nosotros podemos pensar y recrear muchas acciones de misericordia, acciones y
gestos que nuestros niños esperan de nosotros. Solo basta dejarnos mirar por
los más pequeños y responderles con la prontitud que lo hizo la Virgen María,
cuando poniéndose en camino para visitar a su prima Isabel, le llevó el Don que
le alegró y transformó la vida, Jesús!!
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