Jesús
y mi bautismo
¡Hay
tanto por explicar a los pequeños! Nuestra fe es muy rica, llena de signos y
gestos. Es importante dar pasos chiquitos, para que los niños de temprana edad puedan
llegar a comprenderla.
Los
catequistas tenemos que hacernos pequeños para darnos cuenta de aquello que los
niños no pueden entender, para no llenarlos de datos que sólo van a memorizar,
pero no vivir.
Lo
primero que tenemos que tener claro es que, el niño se expresa y aprende a
través del juego. Y en lugar de palabras sin sentido y difíciles para
ellos, las imágenes son las herramientas
que pueden perdurar en el tiempo.
Y
así, como lo hacía mi abuela con sus amigas, con tacitas de porcelana,
chocolate caliente y una muñeca,
animarnos a JUGAR AL BAUTISMO.
La
propuesta llevará por los menos tres encuentros:
Objetivos:
·
Disfrutar
con los compañeros
·
Recordar
el bautismo
·
Aprender
el sentido del agua y la luz
·
Valorar
el rol de los padrinos.
·
Movilizar
a las familias.
a.-
Le pedimos a los niños fotos de su bautismo para armar una cartelera, así ellos
pueden presentar a su familia y sus padrinos.
Podemos
charlar sobre el AGUA Y LA LUZ.
El agua: lava, purifica,
regenera y es signo de vida. Sin ella no podríamos vivir.
Con
el agua del bautismo pedimos a Jesús tener un corazón tan bueno y limpio como
el de Él, que siempre hizo cosas buenas.
La luz: ilumina, sin
ella viviríamos en la oscuridad. Jesús
es bueno
como la luz que ilumina nuestra vida. Nos enseña cómo vivir. Pasó haciendo el bien, y nos invita a hacer lo mismo, y así nos
convertimos como lucecitas que iluminan
y contagian la alegría a todos los que
nos rodean.
b.-
Preparamos un breve diálogo con un
títere de nene o nena. Quiere bautizarse y no sabe qué hacer. Entre todos
preparamos un bautismo: distribuimos roles: papá, mamá, padrinos, abuelos,
parientes y amigos. Todos tienen que participar.
Le
preguntamos al sacerdote o seminarista si quiere jugar con nosotros.
c.-Preparamos
la fiestita de bautismo: podemos pedirle a las familias que colaboren con algo
rico para la hora de la merienda.
Además
podemos pedirles que preparen un disfraz o accesorio que identifique cada rol.
Sombreros, vinchas, collares, moños etc. para que las familias participen de
esta forma del juego.
d.-
El día del bautismo: En una pequeña celebración, el sacerdote o el seminarista,
dispuesto a jugar, derramará el agua sobre la cabeza del títere, y encenderá la
vela para recordar lo aprendido en encuentros anteriores.
No
puede faltar la foto grupal que muestre la alegría por todo lo aprendido a
través del juego.
Festejamos
como lo hizo nuestra familia cuando eligió por nosotros el camino de la luz y
la vida.
Para
pensar en nuestra tarea les dejo un poema de Miguel de Unamuno, que sin duda
alienta mi tarea:
Agranda la puerta, Padre,
porque no puedo pasar.
La hiciste para los niños,
yo he crecido, a mi pesar.
Si no me agrandas la puerta,
achícame, por piedad;
vuélveme a la edad aquella
en que vivir es soñar.
porque no puedo pasar.
La hiciste para los niños,
yo he crecido, a mi pesar.
Si no me agrandas la puerta,
achícame, por piedad;
vuélveme a la edad aquella
en que vivir es soñar.
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