Nuestro
Altarcito es un espacio de reflexión para acompañar la religiosidad y
espiritualidad de nuestros niños,
recuperando y recreando los diferentes modos de expresar el Don de la
Fe.
Con la plena certeza que vamos de camino viviendo
la dulce y confortadora alegría de seguir acompañando a nuestros
niños en su caminito espiritual, nos dejamos iluminar en esta ocasión por el
corazón materno de María, mamá de Jesús y nuestra.
Si nos animamos
a conocer más el corazón de nuestra Madre, descubrimos un estilo nuevo de
caminar, que tiene la fuerza transformadora en la acción pastoral compartida
con los niños.
Como agentes
pastorales en camino, miramos e invocamos a María como Madre de la
evangelización, ella es la Madre del anuncio generoso y gozoso. Estamos
convencidos de que sin María no terminamos de comprender el espíritu de nuestra
acción pastoral (Cfr. EG 284). Todo discípulo misionero tiene bien claro que,
María no es un mero apéndice en la vida cristiana, personal y comunitaria.
Así como Jesús
entregó al discípulo amado a María por Madre, también hoy la sigue entregando a
cada uno de nosotros, porque no quiere que caminemos sin la Madre... (Cfr. EG
285).
En el camino que
Jesús nos invita a recorrer y dejar huellas de misericordia, María es el signo
de esperanza, de encuentro, de salida, de alegría generosa, de ternura que hace
sentir siempre en casa...; en el camino, ella es la misionera que se acerca a
nosotros..., es la Madre que camina a nuestro lado y nos enseña a mirar con sus
ojos, por eso fijamos en ella la mirada, para que nos ayude a ver lo que ella
ve, y así, salir al encuentro de los niños que necesitan nuestra atención
cuidadosa y alentadora.
Mirando a María
y desde su corazón, descubrimos cuál es el estilo de nuestra acción
evangelizadora con los más pequeños en la Iglesia. Es un estilo que nos abre el
corazón para volver a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño; es
un estilo que nos hace tomar conciencia de que la humildad y la ternura no son
las virtudes de los débiles, sino de los fuertes, de quienes no necesitan
maltratar los límites de los demás para sentirse importantes; es un estilo que
nos ayuda a poner calidez de hogar en la carencia de escucha y mirada atenta
que los niños necesitan; es un estilo que nos pone en actitud de prontitud
porque, como ella, deseamos dar respuesta comprometida a la fragilidad de los
más pequeños. (Cfr. EG 288).
Si nos dejamos
acompañar en el camino por María, no podemos caer en la indiferencia ante las
voces de los niños...; ellos están esperando que les demos la posibilidad para
acercarse al corazón de María y poder decirle: ¡qué linda que sos!, ¡te quiero
mucho!, ¡sos la mamá que siempre me cuida!, ¡gracias por escucharme siempre
como Jesús!... y así podríamos seguir dejando resonar en nuestro corazón,
tantas expresiones y experiencias de ternura y cercanía con María que tienen
los más pequeños.
María nos enseña
el estilo creativo en el anuncio del amor de Jesús, por eso, no podemos dejar
de suscitar espacios y momentos para que los niños sienten la presencia cercana
de María, para que ellos, con signos y gestos concretos le expresen su amor.
Los medios para hacerlo no nos faltan, sólo necesitamos empezar a vivir en el
estilo que María nos anuncia en el camino.
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