JUEVES SANTO
Celebramos la Última
Cena. Jesús y los Apóstoles reunidos como amigos compartiendo una cena que no
era una más sino la última antes de la Pasión. Nadie ni nada le gana al Amor de
Jesús por cada uno de nosotros. Hoy revivimos todo lo que nos dejó: la institución
del servicio y de la Eucaristía junto al mandamiento del Amor. Él que es “el
infinito Amor” nos da su mejor legado.
En su época, dado que
los caminos eran de tierra, se acostumbraba que los sirvientes de la casa
lavaran los pies de quienes asistían a ella. Un trabajo de esclavos, un trabajo
menor que no es indiferente para Jesús porque en ese gesto instituye el
servicio como estilo de vida para sus amigos. Jesús es servidor de Dios y de
los hombres. Con el gesto del lavatorio de los pies, Jesús resume todo el
sentido de su vida. Una vida entregada por los demás. Nos da el ejemplo para
que nosotros hagamos lo mismo con nuestros hermanos y nos dice que seremos
felices si lo hacemos (Jn. 13, 17). Un servicio que se basa en el mandamiento
del Amor: “Ámense los unos a los otros, como yo los he amado.” (Jn. 15, 12). Un
Jesús que en el servicio se hace cercano a cada uno.
Pero como dijimos, el Amor del Corazón de Jesús es infinito y quiso quedarse aún más cerca de todos. La Eucaristía nace de Su Amor. Quiso quedarse en el pan y en el vino, alimentos sencillos, simples. Él puso en nuestras manos la posibilidad de realizar sacramentalmente el encuentro más íntimo, más fuerte, más profundo del hombre con Dios: se hizo nuestro alimento, capaz de saciar toda hambre, y satisfacer toda sed.
Sugerimos
contemplar con los chicos las imágenes, que puede ser ampliadas y pegadas
en una cartulina, para ver la CERCANÍA de Jesús para con todos.
- ¿Con quiénes está Jesús en ambas imágenes?
- ¿Qué hace en cada una de ellas?
Guardamos la imagen
porque nos seguirá “diciendo” cosas en el día de Pascua.
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