jueves, 27 de febrero de 2020

Un Vía Crucis para los Chicos


1ra ESTACION
DOMINGO DE RAMOS

Cuando un rey, o el presidente de un país visita otro país, las autoridades y miles de personas salen a las calles y lo saludan con pancartas, papel picado, banderitas y hasta flores. Y a veces se sube a un auto descapotado para que todos puedan verlo desde lejos

Bueno, algo parecido le sucedió a Jesús. El domingo antes de morir se dirigió con sus amigos a la ciudad de Jerusalén. Le pidió a uno de sus discípulos que consiguiera prestado un burrito para entrar a la ciudad y montado  sobre él entró a la ciudad.  Mucha gente salió de sus casas  para ir al encuentro de Jesús. Como habían oído muchas cosas hermosas de Él, de su amor por los niños, por los pobres, de la sabiduría de sus palabras, de que sanaba a los enfermos; cuando lo se acercaron lo más que pudieron agitando entusiasmados ramos de palma y olivo. Y gritaban llenos de alegría: ¡“Viva, viva. Aquí llega el Rey, el Mesías. Bendito sea el que viene en el nombre del Señor”!

Ahora todos; digámosle a Jesús que queremos gritándoles cosas lindas.


2da Estación
El SEÑOR LAVA LOS PIES A SUS AMIGOS

El jueves siguiente era día de Fiesta en el país. Jesús quiso tener una cena con sus discípulos, pero como no tenía casa en esa ciudad tuvo que pedir prestada una sala grande y alfombrada para poder reunirse con ellos.
Antes de cenar, Jesús tomó una palangana con agua y una toalla. El era el Señor, pero igual se arrodilló y les fue lavando los pies a sus doce amigos, pies que estaban muy sucios de tanto caminar por las calles polvorientas.
Jesús les lavó los pies a sus amigos como si hubiera sido un esclavo de ese tiempo porque nos quería enseñar a todos que debemos servir a cualquier persona en cosas que a veces no nos gustan.
Ustedes, ¿le lavarían la ropa a un viejito de la calle, lo peinarían? Seguramente que Jesús, si hoy viviera en aquí, bañaría, abrigaría, peinaría a las personas que duermen en la calle.

Digamos juntos: Jesús; ayudanos a servir como Vos


3ra Estacion
UNA CENA DE DESPEDIDA MUY ESPECIAL

Cuando llegó la hora de cenar, Jesús y sus amigos se sentaron a la mesa. En un momento de la cena, Jesús tomó un pan, dio gracias a Dios y lo partió para compartirlo con todos. Lo mismo hizo con una copa de vino; dio las gracias a su Padre por ella y compartió con sus discípulos. Todos comieron y bebieron del mismo pan y del mismo vino.
Al repartir el pan Jesús dijo:”Este es mi cuerpo, que será entregado por ustedes” Y cuando compartió la copa de vino dijo:”Esta es mi sangre, que será derramada para salvarlos”.
A Jesús, para poder quedarse para siempre con nosotros, se le ocurrió la idea de permanecer en el pan y en el vino que desde aquella cena en  cada misa se convierten en su cuerpo y su sangre. Es lo que hacen los sacerdotes, cuando celebran la Santa Misa.

Digamos juntos: Gracias Jesús por quedarte con nosotros.


4ta estación
UN PASEO TRISTE POR EL HUERTO

Después de cenar, Jesús invitó a Pedro, Santiago y  Juan a ir por el Huerto de los Olivos. Era una noche oscura y triste. Jesús se sentía angustiado ante la cercanía de su muerte. Los amigos tenían mucho sueño y pronto se quedaron dormidos bajo los árboles mientras Jesús arrodillado unos metros más allá, oraba a su Padre de los cielos diciéndole: “No me abandones Padre en este momento tan doloroso”.
Su angustia y su pena aumentaron cuando se dio cuenta que sus amigos no habían sido capaces de acompañarlo en ese momento de  tanto sufrimiento. Se sintió muy solo y abandonado. Los buenos amigos acompañan y están cerca cuando uno sufre.

Digamos juntos: Jesús, que nunca te dejemos solo.
4ta Estación
JESÚS ES ARRESTADO

Al ver a sus amigos dormidos, Jesús los despertó diciéndoles con voz muy triste: “¿Cómo es posible que no hayan sido capaces de acompañarme ni siquiera una hora? Deberían haber rezado conmigo”.
Aún estaba Jesús hablando cuando oyeron voces y gritos de hombres y unas antorchas brillaron entre los árboles. Venían a arrestar a Jesús con palos y espadas como si fuera un delincuente. Cuando se acercaron al lugar donde estaban Jesús y sus discípulos, se abalanzaron sobre él y sin ningún respeto lo agarraron y lo arrestaron.
Pedro quiso defenderlo pero Jesús no se lo permitió, se dejó arrestar sin poner resistencia “como un corderito que es llevado al matadero”. Del Huerto se lo llevaron hasta el tribunal donde sería juzgado. Finalmente sus amigos llenos de miedo huyeron y lo abandonaron.

Digamos juntos: Jesús, que nunca te abandonemos,



5ta Estación
UN TRIBUNAL MUY INJUSTO

Después de arrestar a Jesús, los soldados lo llevaron a empujones ante un tribunal judío llamado Sanedrín para ser juzgado como si se tratara de un ladrón o de un asesino.
Durante toda la noche los jueces le hicieron preguntas y más preguntas pero Jesús guardaba silencio. Sólo cuando le preguntaron si Él era el Hijo de Dios, Jesús respondió afirmativamente. Cuando escucharon estas palabras, los jueces se pusieron furiosos. No le perdonaban que dijera que era el Hijo de Dios.

Al amanecer los jueces decidieron que tenía que ser condenado a muerte. Pero antes lo enviaron atado al gobernador romano llamado Poncio Pilato. También este gobernador lo interrogó durante mucho rato y se dio cuenta de que no merecía la muerte, pero eran tantos los gritos de la multitud  que pedían que lo matara que finalmente lo entregó a los soldados para que lo crucificaran en lo alto de un monte.

Digamos juntos: Jesús, que podamos decir siempre la verdad,
6ta Estación
PEDRO NIEGA SER AMIGO DE JESÚS

Cuando los soldados arrestaron a Jesús y lo llevaron al tribunal, Pedro lo siguió de lejos para ver qué hacían con Él. Lleno de miedo llegó hasta el patio del palacio donde estaban los que lo interrogarían. Era una noche muy fría y los sirvientes habían hecho un fuego para calentarse.
Pedro se acercó disimuladamente al grupo para no llamar la atención y escuchar lo que ellos comentaban del prisionero. De repente, uno de ellos le preguntó a Pedro si conocía a Jesús y si era su amigo. Pedro le contestó que no lo conocía. Por segunda y por tercera vez otras personas le preguntaron lo mismo y Pedro volvió a decir que jamás lo había conocido y que nunca había estado con ÉL.
Es que el pobre Pedro se moría de miedo pensando que a él le podría pasar lo mismo que a Jesús: que lo arrestarían y lo matarían. Pero cuando se dio cuenta de lo cobarde que había sido al negar a su mejor amigo, le dio mucha vergüenza y pena y  se alejó llorando desconsoladamente.

Digamos juntos: Jesús, que no nos de vergüenza ser tus amigos.
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6ta Estación
UNA CRUZ MUY PESADA SOBRE SUS HOMBROS

Cuando Pilato entregó a Jesús para que lo llevasen lejos de su presencia, los soldados le tejieron una corona con una rama llena espinas y se la colocaron sobre su cabeza, lo azotaron y luego le cargaron sobre su espalda una pesada cruz de madera. A gritos y empujones le ordenaron caminara hacia un monte que estaba en las afueras de Jerusalén donde sería crucificado.
Pero antes de llegar hasta ese lugar, Jesús tuvo que atravesar las calles de la ciudad entre gritos y burlas de los que se alegraban de su sufrimiento y el silencio de los que no se atrevían a decir nada por temor a ser castigados.


Digamos juntos: Jesús, que podamos ser valientes

7ma Estación
TRES CAIDAS BAJO EL PESO DE UNA CRUZ

Tan pesada resultó la cruz sobre su espalda que Jesús cayó tres veces bajo su peso. Sus fuerzas le fallaron en tres ocasiones porque estaba muy debilitado por el hambre, los azotes, la tristeza, el griterío de la gente al verlo pasar, la vergüenza.
 No fue sólo la cruz que lo aplastó y lo hizo caer por el suelo sino también todos los pecados de los hombres y mujeres de todos los tiempos y que Él, con su sufrimiento, salvó.


Digamos juntos: Jesús, ayudanos a seguirte siempre.




8va Estacion
SIMÓN, UN HOMBRE BUENO

Simón era un campesino que seguramente venía del campo y se encontró con este espectáculo: un pobre hombre encorvado bajo el peso de una cruz, rodeado de soldados y una ruidosa multitud que grita y se burla al mismo tiempo, mujeres y niños que lloran y tratan de acercarse al condenado a muerte y otros curiosos que no se quieren perder la procesión.
Los soldados viendo que Jesús no puede más obligan a Simón a que lo ayude, por un rato, a llevar la cruz. Simón, compadecido, le quita la cruz y la pone sobre sus espaldas. El venía cansado de su trabajo pero sabe que siempre es posible ayudar a quien sufre y está en dificultades.


Digamos juntos: Jesús; ayudanos a ayudar


9na Estación
El ENCUENTRO CON SU MADRE

Jesús seguía con dificultad arrastrando su cruz a cuestas cayéndose y levantándose una y otra vez. Le dolía la cruz sobre sus espaldas pero más le dolían las burlas y las risas de la gente que caminaba cerca suyo. De repente, levantó sus ojos y entre toda esa multitud descubrió la mirada amorosa de su madre. Fueron sólo unos segundos en que sus miradas se cruzaron sin palabras, pero, al menos Jesús, sintió que no estaba tan solo: su madre lo seguía, valiente, de muy cerca.
Las mamás son así: sacan fuerzas y valentía si ven a un hijo enfermo, o en dificultades.


Digamos juntos: María, regalanos tu ternura


10ma Estación
JESÚS CONSUELA LAS MUJERES QUE LLORAN POR ÉL

Cerca ya del monte Calvario Jesús vio a un grupo de mujeres que lloraban sin consuelo por él. Eran mujeres que lo conocían bien y sabían todo el bien que Jesús había pasado haciendo sólo el bien. No merecía que lo trataran como a un delincuente. Jesús se dio el tiempo para detenerse unos segundos y consolarlas. “No lloren por mí” les dijo.Y ellas, animadas por estas palabras de consuelo continuaron detrás de sus pasos hasta llegar al lugar mismo de la crucifixión.

Digamos juntos: Jesús, ayudanos a consolar a los que sufren
11° Estación
LE QUITAN HASTA LA ROPA

Una vez que llegaron hasta la cima del monte llamado Calvario, los soldados le quitaron a Jesús de toda su ropa.
Luego, la repartieron y rifaron la capa que seguramente le había tejido su madre. Jesús no reclama, ni protesta, se deja despojar de todo lo que tenía en ese momento.

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 Digamos juntos: Jesús, ayudanos a no ser quejosos
12° Estación
CLAVAN AJESUS EN LA CRUZ


Una vez que los soldados desnudaron a Jesús,  lo hicieron recostar sobre la cruz y sin piedad le clavaron manos y pies. Luego, alzaron la cruz en medio de otras dos cruces donde estaban dos ladrones que también habían sido condenados a muerte. Uno de ello al ver a Jesús se arrepintió de sus pecados y le pidió que se acordara de él cuando estuviera en  el cielo. Jesús le contestó: “Hoy mismo, estarás conmigo en el Paraíso”. Este pobre ladrón murió con la esperanza de ir al cielo.



13° Estación
JESÚS NOS REGALA A SU MADRE

La madre de Jesús, María, estaba a los pies de la cruz muy cerca del apóstol Juan. Jesús le dijo desde la cruz: “Juan, aquí tenés a tu madre, “. Y luego mirando a María: “Madre, aquí tenés a tu hijo,”. Desde ese momento María se convirtió en la madre no sólo de Juan sino de todos nosotros.
El bueno de Juan se la llevó a vivir a su casa.
Ella es nuestra madre y nosotros somos sus hijos. Nos ama y nos cuida como saben amar y cuidar las mamás. Es lindo sentir que tenemos dos mamás que se preocupan de nosotros.


Digamos juntos: María, que nunca te dejemos sola.

14° Estación
JESÚS PERDONA A LOS QUE LO CRUCIFICAN

Cuando le quedaban pocos minutos de vida, Jesús miró a los soldados que tanto lo habían golpeado y maltratado y lleno de amor por ellos exclamó a su Padre: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.” Jesús no supo de odios ni de venganzas, sólo de amor y de misericordia. Él perdonó a los soldados que lo habían azotado, empujado y clavado en la cruz.. ¡Qué corazón más noble el de Jesús!
El perdonar a un amigo o a un hermano es el gesto más lindo del amor. Dios no se cansa de perdonar.

Digamos juntos: Jesús, ayudanos a perdonar siempre

15° Estación
JESÚS MUERE EN LA CRUZ

“Todo está cumplido” exclama Jesús finalmente.  Con estas palabras quiso decir que ya había cumplido con la voluntad de su Padre y que con su muerte pagaba la cuenta de todos nuestros pecados y nos conseguía el cielo. Entregaba su vida para que nosotros pudiéramos vivir en el cielo con su Padre para siempre. Desde  ese momento las puertas del cielo se abrían para recibir a quienes murieran como Él. Después de estas palabras Jesús muere. Era como el mediodía. El sol se ocultó y todo el país quedó en tinieblas y un gran temblor sacudió la ciudad.


Certifica.comCertifica.com Digamos juntos: Gracias Jesús por querernos tanto.

16° Estación
SEPULTADO EN UNA TUMBA PRESTADA

Un hombre rico llamado José, que conocía a Jesús y era amigo suyo, le ofreció a María una tumba nueva para que lo sepultaran. Desclavaron el cuerpo muerto de Jesús y María lo recibió en su regazo. Lo besó con ternura de madre, lo envolvió en sábanas blancas ayudada por otras mujeres, le colocó perfumes y hierbas como se usaba en ese tiempo y luego lo pusieron en la sepultura.
Los hombres cerraron la tumba con una gran piedra. Y todos se volvieron a sus casas con una pena muy grande. Era el viernes a eso de las tres de la tarde.Certifica.comCertifica.com
Digamos juntos: Jesús, ayudanos a saber esperar.

UNA MUY BUENA NOTICIA
El domingo, muy de madrugada, antes que apareciera el sol, María Magdalena y otras mujeres se dirigieron al sepulcro donde había sido enterrado el cuerpo de Jesús. Fue grande la sorpresa cuando vieron que la piedra que cerraba el sepulcro no estaba en su lugar y éste estaba abierto. Con mucho miedo entraron en la sepultura pero, estaba vacía. A punto de llorar salieron gritando: “No está aquí, alguien se robó el cuerpo de nuestro Señor.” En ese momento, se les apareció un ángel en medio de una gran luz y les dijo: “¿Por qué lo buscan entre los muertos? Jesús no está aquí: Dios le devolvió la vida, Jesús resucitó, tal como El lo había anunciado. Vayan ahora y díganlo a los discípulos”
Ellas salieron corriendo, felices de llevar esta noticia. ¡Aquel era sin duda el día más feliz de sus vidas!. Corrieron y corrieron hasta llegar al lugar donde estaban los discípulos y les gritaron:”¡Vive, vive, Jesús vive. No está en la sepultura y un ángel nos confirmó la noticia! Pedro y Juan no lo podían creer, entones se vistieron con rapidez y salieron corriendo para comprobar si las mujeres decían la verdad. Al entrar al interior de la cueva, Jesús no estaba, sólo el lienzo blanco con que habían envuelto su cuerpo muerto estaba bien doblado sobre una piedra. Había resucitado tal como se los había dicho en una ocasión. Jesús había cumplido con su palabra y con su promesa.

Dar noticias buenas es muy agradable, pero dar noticias malas es incómodo y a veces triste. ¿No te parece que la Resurrección de Jesús es la mejor de todas las noticias que se han dado en el mundo entero?
Si tú tuvieras que darle una buena noticia a Jesús cuando estás en la cama rezando ¿cuál sería?