lunes, 26 de septiembre de 2016

Misa de Chicos 2016: Nuestro Altarcito

Dejándonos moldear el corazón por los amigos de Dios…

En la dulce y confortadora alegría de seguir acompañando a nuestros niños en su caminito espiritual, nos dejamos iluminar el corazón por el Cura Bochero, ¡que próximamente será proclamado Santo! Él se animó a recorrer, con su mulita el camino de la misericordia, y en este Año Jubilar, nos ayuda a ponernos en sintonía con el corazón de Jesús, con sus sentimientos y actitudes misericordiosas, más aún, a vivir en actitud misericordiosa con quienes compartimos nuestra cotidianeidad y en modo particular con los niños; para esto necesitamos algo extraordinario: ¡dejarnos moldear el corazón por los amigos de Dios!, dejarnos moldear el corazón por quienes comparten la feliz amistad con Jesús.

Con el ejemplo del Cura Brochero queremos vivir en la dinámica de la gratuidad, acompañando a los niños para que sigan creciendo con una espiritualidad y religiosidad que tengan la huella de los santos, la huella de los amigos de Dios…y al mismo tiempo custodiar la capacidad de los más pequeños de dejarse iluminar el corazón por el Evangelio y la alegría renovada para anunciar el amor de Jesús en gestos concretos.

La espiritualidad de los más pequeños, por ser fruto del Evangelio encarnado, renace siempre con una fuerza activamente evangelizadora, por eso estamos llamados a alentarla y fortalecerla. Las expresiones de la espiritualidad en los niños tienen mucho que enseñarnos, son un lugar teológico, lugar de la presencia de Dios…; así lo fue también en la vida de nuestro querido Cura Brochero, quien con una espiritualidad anclada en el Evangelio y en su pueblo, anunció la novedad de la Buena Noticia con audacia, en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente (Cfr. EG259).

¡Qué lindo es poder trasmitir a los niños lo hermoso que es vivir la amistad con Jesús como lo hicieron los santos! A vivir con el corazón abierto a Dios y a sus amigos, en modo particular con los que están más solos; a contarle confiadamente a Jesús cuáles son sus miedos y sueños, o las cosas que los hacen felices para poder consolar y dar ánimo a los que están tristes; a escuchar las palabras de Jesús y a darle gracias por su amor; para poder enseñar al que no sabe o dar un buen consejo; a visitar a Jesús sacramentado para así poder visitar al amigo que está enfermo o que simplemente espera la visita de una sonrisa amistosa. De este modo seguimos ofreciendo a los niños acompañamiento y guía, que muchas veces  nos implicará reinventar métodos y encontrar nuevos recursos. (Cfr. AL 260).

El Cura Brochero, con su ejemplo nos anima a ser verdaderos discípulos misioneros, sabiendo que Jesús camina con nosotros, habla con nosotros, trabaja con nosotros. Él nos enseña a tener una mirada atenta que sabe reconocer a Jesús vivo y presente en el corazón mismo de nuestra entrega misionera. Por eso podemos motivar a los niños, con fuerza y entusiasmo, a buscar lo que Jesús busca y amar lo que Él ama. (Cfr. EG 266).

Para compartir con los más pequeños el Tesoro que llevamos dentro y entregarnos generosamente, así como lo hizo nuestro querido Cura Brochero, necesitamos reconocer  que cada niño es digno de nuestra entrega; que ellos en su realidad son motivo de la ternura de Jesús y que Él mismo habita en sus vidas. Más allá de toda apariencia, cada niño es inmensamente sagrado y merece nuestro cariño y nuestra entrega. Por ello, si podemos ayudarlos a descubrir que Jesús los ama incondicionalmente, eso ya justifica nuestra entrega (Cfr. EG 274). ¡Cuánto bien nos hace dejarnos moldear el corazón por los amigos de Dios! Y así, alegrarnos porque nuestra vida se embellece con los rostros y los nombres de los más pequeños con quienes compartimos el camino.


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