martes, 29 de noviembre de 2016

Rincón de los animadores


Estamos llegando al final de un año de servicio, un año de misión…  contagiamos, compartimos, anunciamos el amor de Dios que experimentamos en nuestras vidas. Vivimos con intensidad el Jubileo de la Misericordia, en nuestros grupos, familias, comunidad…, invitados por nuestro Papa Francisco:

“Un año para ser tocados por el Señor Jesús y transformados por su misericordia, para convertirnos también nosotros en testigos de misericordia. Para esto es el Jubileo: porque este es el tiempo de la misericordia. Es el tiempo favorable para curar las heridas, para no cansarnos de buscar a cuantos esperan ver y tocar con la mano los signos de la cercanía de Dios, para ofrecer a todos, a todos, el camino del perdón y de la reconciliación”.

Qué bueno cerrar el año dando gracias ¿no?
Una propuesta…

Regalarnos un rato de oración, para crecer como animadores agradecidos y confiados…lo podemos hacer solos o con nuestro grupo, preparando  y eligiendo el lugar, al aire libre, o en el templo, la capilla, un espacio agradable y sereno.

Elegir una canción que signifique algo para nuestro grupo, para nuestra tarea y leer un texto del Evangelio Lucas 10, 21 o Lucas 10,17-20

Si quieren se puede leer este texto de Anselm Grün, un monje benedictino, que nos puede ayudar a pasar por el corazón rostros, situaciones, alegrías, encuentros, alguna pena, decepción, crecimiento de este año…

…un misionero me contaba cómo él acudía cada mañana a la iglesia para rezar el breviario y meditar. Al poco de abrir la iglesia, llegaba un catequista ya bastante mayor, el cual permanecía una hora sentado en silencio. Un día se atrevió a preguntarle qué era lo que hacía durante ese tiempo. Y el catequista le explicó: “Recorro con la mente todo el pueblo, choza por choza. Me imagino a la gente que vive en cada una de ellas, pienso en cómo les va, cuáles son sus sufrimientos, qué es lo que necesitan y de qué sienten anhelo. Y luego los bendigo. Para ello necesito una hora entera”. Aquel hombre había comprendido el sentido de la bendición. Y había dejado que su edad resultara fecunda. Ya no podía hace mucho, pero sí bendecía a las personas de su pueblo. Para el pueblo, aquello era, sin duda, una bendición…


Y por cada una de ellas alabar, bendecir, agradecer, celebrar la gracia de Jesús que nos concedió vivirla.

Si tienen una hoja y birome pueden ir registrando lo que viene al corazón y a la memoria… y si se animan las pueden compartir…para rezar juntos unos por otros…


Pueden terminar haciendo una oración y cantando y por qué no comiendo juntos.  









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