jueves, 15 de noviembre de 2018

Actividades para el Adviento


Objetivo para nuestros encuentros:

Disponer y preparar nuestro corazón para que Jesús vuelva a nacer en él.
Motivación:




Nos encontraremos con noticias dentro de distintos carteles que anuncien:


Desarrollo:
Mostraremos los carteles y los leeremos.
Preguntamos: ¿Pudieron ver, escuchar lo que los carteles nos anuncian?
¿Lo compartimos? ¿Cuál es la palabra que se repite? ¿Qué significará estar atentos? ¿Y vigilantes?
Tomamos todas las expresiones para luego avanzar. Lo haremos es distintos encuentros o momentos.

¡Alguien llega!
¿Quién llegará? ¿Por qué será importante?
Quien pronto llegará es Jesús, y lo hará en Navidad.
Pero… ¿Quién es Jesús? ¿Cómo podríamos describirlo? ¿Qué podemos decir de Él? ¿Se animan a compartirlo?
Podemos decir que es el Hijo de Dios, por tanto es Dios, que es nuestro Señor y Salvador, que es nuestro mejor Amigo, que es el Pan de Vida que alimenta nuestra alma, y  el Agua viva que sacia nuestra sed de felicidad, la luz Verdadera que ilumina nuestro camino, el Buen Pastor que nos cuida como su rebaño, nos conoce, nos ama y hasta da la vida por todos y cada uno de nosotros.
Podemos decir todo esto y mucho más sobre la persona de Jesús porque sabemos de Él, lo conocemos y amamos.

Iluminación
Vamos a ver que nos cuenta el Evangelio al respecto.  En este caso escuchemos con nuestros oídos, con nuestra mente y por supuesto con nuestro corazón lo que nos cuenta el Evangelista San Juan en distintos capítulos.

Dijo  Jesús:
“Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás” (Juan 6, 35).
“Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8, 12).
“Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas” (Juan 10:11).
“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá jamás” (Juan 11, 25-26).
“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie va al Padre, sino por mí” (Juan 14, 6).
“Yo los llamo amigos, porque todo lo que he oído de mi Padre se los he dado a conocer” (Juan 15, 15).

Es Palabra del Señor
Gloria a Ti Señor Jesús
Actividad.
¿Quién es Jesús? Respondimos con lo que salió de nuestro corazón y escuchamos lo que dice el Evangelio.
¿Qué les parece si ahora lo escribimos? Lo haremos  anotando todas las afirmaciones alrededor de una imagen que tendremos pegada sobre un afiche.
¿Cómo llega?
Llega de una manera sencilla, humilde, pobre, hace más de dos mil años a un pueblito llamado Belén y de manos de una mujer llamada María.
(Vale aclarar que también llega escondido en un pedacito de pan y en esas gotas de vino en cada Eucaristía, que ya no son pan ni vino, sino su Cuerpo y su Sangre. Y llega también en ese prójimo enfermo, en el pobre, en el necesitado, en el compañero antipático que quizás no me cae muy bien).
¿Qué sabemos de su llegada? ¿Qué sabemos de María? ¿Alguien recuerda cómo se llamaba la ciudad donde vivía María?

Era la ciudad de Nazaret. “Algo bueno puede salir de Nazaret…” (Juan 1, 46)
Nazaret era una pequeña aldea ubicada en un valle entre colinas altas.
La gente vivía del cultivo (vid, olivos, aceitunas y uvas, cereales, cebada, trigo, legumbres) y de la artesanía.
Su naturaleza era bella y  maravillosa, había toda clase de árboles, como olivos, palmeras y nogales que es aquel que da nueces.
Sus habitantes trabajaban la tierra, atendían sus rebaños, y ejercían sus oficios de artesanos: el herrero, el cantero, el curtidor, el cordelero o el fabricante de lonas, el alfarero, un tejedor, un carpintero, y hasta un zapatero. También podemos encontrar a los pastores quienes cuidaban los rebaños del pueblo en las laderas cercanas.
La mayoría de las familias mantenían un pequeño número de animales como ovejas y cabras. Estos eran útiles para la leche, lana, cuero y alimento.
Las calles de la aldea eran más bien estrechas como callejones.
Las casas eran modestas, construidas en piedra, y de una sola planta, con sólo unas pocas ventanas o una sola en la parte superior. Tenían un patio central, donde se podía cocinar si el tiempo lo permitía. Alrededor de él se encontraban las habitaciones, un salón grande y un cuarto trasero más pequeño para guardar los animales durante la noche o en tiempos de mucho frío.
El suelo del interior de las casas era generalmente de tierra apisonada y el techo, estaba realizado con tablones de madera, era de mucha importancia, ya que se podía utilizar como un segundo piso. Allí se almacenaban las herramientas, se ponía a secar la ropa, y se reunían para hablar, servía como un lugar para retirarse y rezar. Y si el clima lo permitía, hasta se podía dormir allí.
Las casas solían agruparse en torno a la plaza o cerca de un pozo de agua o fuente, común a todos. El agua se recogía con tarros, y todo tipo de envases, como vasijas. En la plaza también podíamos encontrar algunas tiendas.
Para protegerse del frío se usaban braseros de carbón. La iluminación era escasa. Se utilizaban lámparas de aceite pequeñas. Los muebles eran muy simples. Siendo el objeto principal el baúl donde podía guardarse la ropa que era muy simple. Había también cofres donde se guardaban las provisiones y los utensilios.
No había camas, así como las conocemos nosotros, se hacían con ropa tendida en el suelo.
Otro tipo de casas, ubicadas en regiones montañosas eran como cavernas, construidas contra la pared de una roca, casas de piedra, en grutas naturales acondicionadas.
Así parece que era la “Casa de María”.  El sitio tradicional de la casa de la Anunciación en Nazaret parece haber empleado esta estrategia.

¿Pudieron imaginar cómo era la ciudad de Nazaret? ¿Y la casa de María?
Podemos cerrar por unos instantes los ojos e imaginarlo, para luego compartirlo.

 Iluminación

En aquella casa de Nazaret que pudimos imaginar sucedió algo extraordinario, María es elegida por Dios para ser la Madre de su único Hijo.  Escuchemos como nos lo cuenta San Lucas en su capítulo 1, 26-38
Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella quedo sorprendida por estas palabras, y no entendía lo qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has sido elegida por Dios concebirás y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin». María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios». Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel se alejó.

Es Palabra del Señor
Gloria a Ti Señor Jesús

Imaginemos la escena del encuentro del Ángel con María. ¿Era importante el mensaje que el Ángel traía? ¿Por qué? ¿Cómo se sentiría el Ángel? ¿Y María, como se habrá sentido ante tal visita, ante el mensaje y al haber sido elegida para ser la mamá de Jesús?

¿Por qué llega?

Porque quiere compartirnos su amor y regalarnos su amistad. Su gran amor es lo que lo motiva a venir una y otra vez a nuestro mundo, a nuestras vidas, a nuestras casas, a nuestros corazones, a nuestras almas. Su amor es lo que lo motiva a renacer en cada corazón.
¿Para qué llega?
Para darle sentido a nuestra vida, para invitarnos a seguirlo.  Llega para enjugar nuestras lágrimas cuando estamos tristes o nos sentimos mal. Para hablarnos de su Papá Dios, que es también nuestro Papá del Cielo y para contarnos lo mucho que nos ama. Llega para darnos felicidad, una felicidad verdadera que no se consigue de otra manera. Llega para curar nuestras heridas del alma, las del corazón roto cuando alguien nos  lastimó, cuando un amigo nos deja de lado, cuando alguien en casa se enferma o cuando alguien se fue al cielo y lo extrañamos. Llega para recordarnos que no estamos solos, que Él está siempre a nuestro lado.  Llega también para pedirnos que lo sigamos y que lo ayudemos en su misión, siendo sus manos, sus labios, predicando su Palabra por todos lados.
¿A dónde llega?

Llega a nuestro mundo, a nuestras vidas, a nuestras  familias, a la casa del más rico como a la del más pobre. A los hospitales, a las fiestas, a las bodas, a donde juegan los niños, a donde viven los adultos, a donde ríen los jóvenes, y sonríen los ancianos. Llega a Belén!
Escuchemos lo que nos dice el Evangelio de Mateo en su capítulo 2.

Iluminación

Jesús nació en Belén de Judea cuando Herodes el Grande era rey de ese país. En esa época, unos sabios de un país del oriente llegaron a Jerusalén y preguntaron: «¿Dónde está el niño que nació para ser el rey de los judíos? Vimos su estrella en el oriente y hemos venido a adorarlo.» El rey Herodes y todos los habitantes de Jerusalén se pusieron muy nerviosos cuando oyeron hablar de esto. Entonces Herodes reunió a los sacerdotes principales y a los maestros de la Ley, y les preguntó: —¿Dónde tiene que nacer el Mesías? Ellos le dijeron: —En Belén de Judea, porque así lo anunció el profeta cuando escribió: «Tú, Belén, eres importante entre los pueblos de Judá. De ti nacerá un príncipe, que guiará a mi pueblo Israel.» Herodes mandó llamar en secreto a los sabios y averiguó cuándo había aparecido la estrella. Luego les dijo: «Vayan a Belén y averigüen todo lo que puedan acerca del niño. Cuando lo encuentren, avísenme. Yo también quiero ir a adorarlo.» Después de escuchar al rey, los sabios salieron hacia Belén. Delante de ellos iba la misma estrella que habían visto en su país. Finalmente, la estrella se detuvo sobre la casa donde estaba el niño. ¡Qué felices se pusieron los sabios al ver la estrella! Cuando entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y se arrodillaron para adorarlo. Abrieron los cofres que llevaban y le regalaron al niño oro, incienso y mirra. Dios les avisó a los sabios, en un sueño, que no volvieran al palacio de Herodes. Ellos, entonces, regresaron a su país por otro camino.
Es Palabra del Señor
Gloria a Ti Señor Jesús
Veamos que dice el texto, ¿Qué personajes aparecen en el relato? ¿Cómo se imaginan ese lugar? ¿Cómo estarían vestidos los personajes que nombra el texto? ¿Cómo creen que estaría el día? ¿Haría frío o calor? ¿Qué me dice la Palabra de Dios hoy? ¿Y qué le respondo?

Actividades:

¡Llega a Belén! ¿Y cómo hacemos para llegar a Belén? (Trabajo grupal)

Para llegar a Belén hace falta un camino. (Buscaremos la imagen de un camino que podemos plasmar en un afiche o cartulina. Letrero que indique el camino).
Se llega por el corazón cuando estamos decididos a pensar en los demás antes que en nosotros mismos, sabernos hermanos, amigos. Haciéndonos prójimo con el prójimo, ellos son el buen camino hacia Dios. Para ir hasta Belén, para ir hasta Jesús no hay otro camino que amar a los demás como a uno mismo.
Repartiremos la imagen de unos corazones para escribir en ellos actitudes, acciones, sentimientos que deberemos tener en nuestro corazón para en este adviento ponernos en camino hacia Belén. Ejemplo: escuchar, dialogar, rezar, estar más unidos, compartir…


¡Y llega a nuestros corazones!
¿Y cómo hacemos de nuestros corazones una cunita para Jesús? (Trabajo personal)

Mirada Interior. ¿Cómo está mi corazón? ¿Está en condiciones de ser cunita de Dios? Seguramente algo habrá que mejorar o cambiar. Nos tomaremos un tiempo para pensarlo y meditarlo.
Pondremos manos a la obra, para hacer de él el lugar donde Jesús vuelva a nacer.
Le daremos a cada niño un sobre que contenga dentro la imagen de un corazón y tiritas de papel que simulen ser la paja que harán abrigadita y bien acolchanada esa cunita que queremos hacer de él.
Retomaremos sobre cuáles son las buenas acciones, actitudes y sentimientos así como las obras de misericordia, y los sacrificios que hicieron posible nuestro camino a Belén y harán posible de nuestro corazón un lugar para Jesús.
Luego les pediremos que a modo personal escriban en las tiritas y como compromiso aquellas cosas, que mi corazón necesita. Por eso será importante el examen del propio corazón. Quizás soy bueno en escuchar pero no en obedecer a mis mayores.
 Una vez escritas se van a ir pegando sobre el corazón. Para ir formando el pesebre.

Otra opción: Podrá ser darles un sobre con todas las tiritas para que durante el tiempo de Adviento vayan escribiendo y pegando cuando sientan que pudieron hacer aquello a lo que se comprometieron. También se podrán ir pegando sin tener que escribir, pero sabiendo su por qué. Para esta opción podemos usar otros materiales como la goma eva.
Llegada la Navidad les daremos el niñito para que lo coloquen sobre ellas.

Compromiso:
Estar atentos y vigilantes. No vaya a hacer que nos encuentre dormidos o distraídos.
Preparemos nuestro corazón para que Jesús vuelva a nacer en él.


Oración:

Jesús volvé a nacer, porfi!

Adviento, tiempo de gracia y bendición.
Llega alguien, sí llega Dios!!!





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