martes, 31 de marzo de 2020


ENCUENTROS PARA LAS FAMILIAS
¿Cuál es la idea? Generar un espacio para abrir nuestro corazón a la invitación que nos hace Papá Dios a través de nuestros hijos, que inician su caminito espiritual. A nosotros adultos nos invita a acompañar este recorrido de nuestros niños y muy especialmente a seguir madurando nuestra fe, charlándola, compartiéndola, iluminándola con la Palabra, que es Jesús, su Hijo.
Motivación
Para los que vivimos en una ciudad, un paisaje como el que muestra esta imagen puede resultar casi cotidiano. Miremos con atención.
Altarcito: mantelito o aguayo, cruz, imagen, luz, evangelio, mate, pan.




   
¿Qué sentimientos nos produce? ¿Por qué?
¿Nos pasa esto? ¿Cuándo?
A veces, nos ocupa, nos distrae o nos aliena tanto el enjambre urbano que puede pasarnos algo así. Andamos por la vida corriendo sin saber bien a dónde vamos, incluso pensando que sabemos. Muchas veces no terminamos de encontrar el sentido a tantas cosas que hacemos. Algo no nos cierra y buscamos algo más, que le dé sentido y dirección a nuestra vida.
Con ocasión de la celebración de la Pascua, escuchamos, leímos, tal vez vimos en algunos afiches también en la ciudad en que vivimos, que Jesús resucitó. Él vive!
¿Cómo es esto para nosotros hoy? ¿Creo de verdad que Jesús vive? ¿Dónde? ¿En quién?
¿Dónde veo a Jesús?   (Podemos ofrecer imágenes de rostros, manos, abrazo, mesa tendida, mate o lo que dispongamos a modo de fotopalabra que ayude a respondernos)
Reconocer y encontrar a Jesús, o empezar a buscarlo o seguir buscándolo cuando creemos que ya lo conocemos, es una inmensa gracia. Y lo reconocemos porque Él quiere manifestarse. Es Él quien sale a encontrarnos y a invitarnos a más. Como hizo con sus discípulos.
Iluminación: Aparición junto al mar de Tiberíades.  (Jn 21, 1-17)
¿Qué cuenta el relato?
¿Dónde sucedió?
¿Quiénes estaban allí? ¿Cómo se sentían? 
Los apóstoles probablemente se sentían algo decepcionados. Ya habían estado con Jesús resucitado, sin embargo, todo parecía seguir más o menos igual. Estarían aburridos y entonces decidieron hacer lo que sabían hacer: trabajar, pescar.
¿En qué quedaba el llamado de Jesús a ser pescadores de hombres?
¿Qué momento del día era? ¿Qué significa la noche?  (La noche del corazón: desilusión, preocupación, tristeza)
¿Y el amanecer? (el nacimiento de la esperanza, la posibilidad de un nuevo rumbo, la confianza)
¿Qué había estado haciendo Jesús mientras tanto?
Acompañándolos en silencio, oculto, dejándolos que desahoguen la rabia de la rutina o del fracaso. Preparándoles el fuego (¿acaso también en el corazón?)
Reflexión
¿Qué sucedió cuando parecía que estaba todo perdido?
Jesús los sorprendió. Como a cada uno a quien se manifestó ya resucitado. Pero así es Dios. No está en lo espectacular. Más bien se expresa en signos pobres, cotidianos, donde no lo hubiésemos esperado.
Jesús se dejó encontrar. Los sacudió. Les hizo ver que solos no podían. Los volvió a entusiasmar, a apasionar.
¿Cómo reaccionaron? ¿Qué hizo cada uno?
Juan, tal vez más espiritual, más contemplativo, lo reconoció. Pedro, más arrebatado, más impulsivo, se tiró al agua llevado por la alegría, sin pensar! Fueron necesarias las reacciones de ambos.  Muchas veces, Jesús se vale de una circunstancia, de la palabra de uno, del gesto de otro para que nos sea más fácil reconocerlo.
 Y Jesús, ¿qué hizo? Él volvió a darles el pan. Volvió a hablarle de amor a Pedro. Volvió a dejarle el corazón al desnudo. (“Señor, tú lo sabes todo”) Lo comprometió para siempre.
¡Cuántas vidas han pasado por nuestra ciudad en tantos años comprometiendo a otros para el bien, manteniendo viva la esperanza! ¿Podemos traer rostros y nombres a nuestro corazón?
¿Quién prepara el fueguito para mí y me espera? ¿Quién es mi reposo? ¿Quién renueva mi entusiasmo?
¿Quién necesita que yo le prepare un fueguito y lo/la espere?
Propósito
En un papelito podemos escribir nuestra respuesta a las dos últimas preguntas con el propósito de agradecer por quienes preparan y nos esperan con el fueguito; y comprometernos a avivar el fuego que necesitan quienes tenemos cerca. Podemos ofrecer estas notitas en una celebración o misa.
Mientras escribimos y si disponemos del recurso y el tiempo, podemos escuchar la canción:           “¿Quién?” de José Luis Guitarra en este link https://www.youtube.com/watch?v=dPGhz0X5PVc
Oración final espontánea.

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