miércoles, 11 de marzo de 2015

Revista Semana Santa: Editorial

¡Qué Alegría! Jesús Resucitó…

Si hay algo que nos identifica como cristianos es que Jesús resucitó. Dice san Pablo que si Jesús no hubiese resucitado, nuestra fe no serviría de nada. Es a partir de la resurrección de Jesús que comienza en el corazón de la Iglesia la inmensa alegría de que Él está vivo, que ha vencido a la muerte y que está junto a nosotros hasta el fin del mundo. La alegría cristiana es un regalo del Espíritu Santo. No es cualquier alegría. Hay alegrías pequeñas, medianas y grandes. Hay alegrías transitorias y definitivas. La alegría cristiana está íntimamente unida a nuestra experiencia personal con Jesús. Basta ver el rostro de aquellos que aman y sirven como lo hizo Jesús para darnos cuenta de esa experiencia personal. ¿Cuánto vale esta alegría? No tiene precio, mejor dicho sí tiene un precio: olvidarse un poco de sí mismo y entregarse con amor a los demás. Las personas que no se miran todo el día, que no andan preguntando a los demás cómo los ven, están mejores preparadas para recibir el don de la alegría.
Hay un libro muy bonito que se llama: “La ciudad de la alegría”, donde se narra la experiencia de la Beata Teresa de Calcuta y de las Hermanas de la Caridad en esa ciudad tan lastimada por la pobreza y la miseria de miles de personas. La alegría en el rostro de esas Hermanas transformó el sufrimiento de los más pobres entre los pobres: esa alegría les devolvió la esperanza.
Al acercarnos a la Semana Santa pensemos si no será una buena oportunidad para pedirle al Señor la gracia de la alegría. En la Semana Santa recordamos la pascua de Jesús, y la Iglesia nos invita, todos los años, a que revivamos esa semana de nuestra salvación: Jesús murió y resucitó por nosotros. Pero también la Iglesia nos invita a ir haciendo nuestra propia pascua, necesitamos morir un poco cada día para dar lugar a la Vida plena que nos trae la Resurrección. Y Jesús resucitado nos trae la alegría definitiva,  la que pasó por las lágrimas de Getsemaní, la Cruz del Calvario, y que ahora brilla para siempre en su rostro glorioso.
El Papa Francisco nos invita a vivir este momento de la Iglesia con una renovada alegría misionera, es decir la alegría de aquellos que se animan a salir. Una Iglesia en clave misionera es una Iglesia que lleva la Buena Noticia de Jesús. Y no podemos contagiar el Evangelio si lo hacemos de un modo rutinario, aburrido, desganado. No vamos a convencer a nadie con nuestras fórmulas y cuadernitos bien sabidos. Dirigentes convencidos que sólo se puede misionar si Jesús está vivo en medio de nosotros, como Él lo prometió. Dirigentes de niños y de jóvenes que se esfuerzan en su oración diaria meditando y contemplando en la Biblia a ese buen Dios que nos salva. Dirigentes expertos en humanidad y en sencillez. Dirigentes convencidos de lo que enseñan y que lo hacen con la autoridad de sus buenas obras. Dirigentes que son dóciles a sus pastores y comprometidos en su Comunidad. Necesitamos dirigentes que vivan y se esfuercen por vivir al estilo de Jesús.
Que el contenido de este primer subsidio de la Vicaría de Niños del año 2015 nos ayude a vivir la alegría del Evangelio, que no es otra que la alegría de Jesús resucitado. Esperamos que entre todos nos vayamos contagiando la alegría de Jesús, como lo intentamos hacer el año pasado y que no puede quedar sólo en un lema: la alegría es el sello de aquellos que deseamos seguir y servir a Jesús en la Iglesia. Pidamos entonces al Espíritu Santo el don de la alegría cristiana.
¡Feliz Pascua de Resurrección!

S.E.R Mons. Ernesto Giobando s.j

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